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Dolores Moreira, una niña que se enamoró de las velas

Cada verano de su aún reciente infancia, la medalla de plata en Toronto 2015 Dolores «Lola» Moreira veía desde su casa de Paysandú las velas de los «barquitos» que navegaban por el río Uruguay y se enamoró de un deporte que hoy dio la primera gran alegría de los Panamericanos al país.

«Yo siempre veía los barquitos pasar por delante de mi casa y me gustaba verlos y un día me animé a probar y nunca más me bajé», dijo en entrevista con Efe Moreira, de 16 años y única medalla hasta ahora de Uruguay en los Juegos de Toronto.

Antes de comenzar en la vela, quería ser jugadora de hockey, pero todo cambió cuando experimentó por mi primera vez la fuerza del viento impulsando la vela.

Sus inicios fueron como los de casi todos los que comienzan de niños en ese deporte, en una embarcación tipo optimist, clase en la que navegó desde los 9 hasta los 14 años, cuando subió de nivel y se embarcó en láser radial, con el que participó en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing (China) en 2014.

También, como suele suceder, hay antecedentes familiares que la empujaron al agua. Su padre practicaba windsurf y una de sus primas la animaba a compartir con ella su afición por la vela.

«Una vez que me subí al optimist y vi cómo era el mundo de la náutica mi sueño fue clasificarme para los Juegos Olímpicos y por suerte se dio (se clasificó para Río 2016 con su resultado de hoy) y, además, una medalla, que no es poca cosa», explicó exultante.

Antes de llegar a Toronto nunca se imaginó luchar por las medallas, pues los rivales eran duros, especialmente la estadounidense Paige Railey, oro, y Fernanda Demetrio, bronce, ambas de 28 años.

Moreira, 12 años más joven, llegó con opciones de metal a la final y, tras no poder conciliar el sueño la noche anterior por los nervios, los dejó en tierra y fue segunda en la ronda definitiva, por detrás de la trinitense Kelly-Ann Arrindell.

Los cuatro puntos de la final permitieron a la uruguaya sobrepasar a Demetrio, que fue sexta y cargó con doce puntos que la relegaron al bronce final.

El peor momento llegó, quizás, este viernes cuando, atenazada por los nervios y la presión, fue décima e incluso llegó a pensar «que ya no había chance de medalla».

Moreira, que tenía que ser la mejor sudamericana de los Juegos para obtener plaza en Río 2016, explicó que la clave para el resultado final fue «navegar sin nervios». «Mis mejores resultados vinieron cuando estaba disfrutando, olvidándome de todo».

«Estoy más que feliz, muriéndome de alegría», dijo con una risa incontenible cada vez que se daba cuenta de que estará en Río 2016. «Lo primero que pensé al ganar fue‘Vamos arriba Uruguay y después en todo lo que habíamos entrenado, en que todo lo que nos habíamos matado valió la pena».

Y en el podio se le cayeron lágrimas de alegría y orgullo por representar a su país, pensando ya en el mundial juvenil que disputará en Canadá en las próximas semanas y el mundial femenino de láser radial en Omán en noviembre próximo.

«Para mí la vela lo es todo. Estoy peleando con los estudios en el liceo porque estoy navegando y entrenando todo el día, y me quiero dedicar a la vela por el resto de mi vida. Es algo que amo hacer y no lo cambiaría por nada», concluyó. EFE.

Fuente www.espectador.com

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