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El partido soñado de Suárez

El salteño volvió y fue determinante con dos goles para una victoria espectacular sobre Inglaterra

Luis llora. No puede creer lo que vive en el césped del Arena Corinthians de San Pablo. Era su vuelta, su regreso con la camiseta celeste en un partido muy especial, nada menos que contra Inglaterra y –querer o no– toda la responsabilidad del mal resultado del debut ante Costa Rica, estaba sobre él. Todas las cámaras, todos los flashes, todas las miradas estaban sobre Suárez, ese número 9 que quiere ser cada vez más grande y que hizo historia.

Porque hacía solo 28 días que lo habían intervenido quirúrgicamente del menisco externo de su pierna izquierda y no solo no había tenido fútbol alguno, sino que entraba a jugar un partido de alto riesgo.

Por eso Luis llora. Acaba de sentenciar a Inglaterra con un golazo luego de que su compañero de Liverpool, Steven Gerrard, la peinara y lo habilitara de cara a la red. Y llora todo un país con su enorme figura. Pero lo hace de emoción, no de frustración.

Le explotan las venas en el festejo. Se le vienen encima todos sus compañeros, incluyendo a los suplentes. El capitán Lugano intenta sacarlos porque le aplastan la rodilla operada.

Los diarios sensacionalistas de Inglaterra no van a tener otra que colocarlo en sus tapas. Genio y figura. Estampa de goleador. La fiera del gol. Todos los adjetivos quedan chicos para la enormidad que Luis Suárez consiguió en San Pablo.

Es una noche soñada, esperada por todos pero mucho más por él.

Porque también era una especie de revancha para todas las bromas macabras que debió soportar durante estos días por gran parte de la prensa inglesa y palabras del propio entrenador Roy Hodgson quien sostuvo hace solo un par de días atrás que “Suárez tiene que demostrar su clase en el Mundial”. Y el jueves Suárez se lo demostró. No solo a él, a Inglaterra y al mundo por si hacía falta.

Ya cuando hizo su primer gol lo celebró de una manera muy particular. Luego de ser abrazado por todos sus compañeros, fue a señalar a Walter Ferreira, el kinesiólogo que lo ayudó muchísimo durante estos 28 días y quien fuera fundamental para su recuperación (ver nota aparte).

El único tiro que fue bien dirigido de Uruguay en el primer tiempo, el único que fue al marco que defendía Joe Hart, fue el cabezazo de Suárez.

Con eso y con el enorme aporte de Egidio Arévalo Ríos en la mitad de la cancha, más lo que mostró Edinson Cavani –no solo asistiendo en ese primer tanto, sino jugando un gran partido en lo táctico y corrinéndose todo– a Uruguay le alcanzó para irse victorioso en la parte inicial.

Claro que, como se esperaba, Inglaterra iba a salir con todo en busca del empate que llegó luego de un buen rato.

Por eso las esperanzas de una victoria necesaria para los celestes, se vino un poco al suelo. Ya se habían perdido un poco las marcas y el cansancio estaba complicando al equipo del Maestro Tabárez.

Pero apareció Suárez. Siempre Suárez. Y quizás en el momento menos esperado y cuando no faltaba mucho para el final.

Ese gol para el 2-1 enterró las ilusiones inglesas y le dio a Luis seguramente una de las alegrías más grandes de su historia futbolística.

Ahora es tiempo de sonrisas. De dejar atrás ese llanto emocionado para encarar de lleno otra final decisiva que se dará el martes que viene en el calor de Natal y contra Italia.

Luis se fue a descansar. Se lo merece. Disfrutó de su noche soñada y quiere seguir soñando.

Las cifras

28 días. Pasaron desde su operación de rodilla hasta el jueves.

41 goles. Con los dos del jueves, pasó la barrera de los 40 con Uruguay.

5 tantos. Lleva el salteño en los dos Mundiales que disputó.

3 ganados. Cada vez que hizo el primero, Uruguay ganó en Mundiales.

EL OBSERVADOR

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