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Francisco: «Dios vence en la derrota»

En la audiencia general, tras recordar la traición de Judas, que lo vendió por 30 denarios, el Papa dijo que aunque «Jesús aparezca en la cruz como un derrotado, Él carga el mal sobre sí para vencerlo».

En la catequesis sobre Semana Santa de este miércoles, Francisco subrayó la «libertad» con la cual el Hijo de Dios marchó hacia la Cruz. «Un doloroso camino que Él elige con libertad absoluta. Y lo dice claramente Él mismo: ‘Yo doy mi vida, nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de retomarla «, agregó, citando el Evangelio según San  Juan.

El Papa recordó de qué modo Judas regateó su traición: «¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?». Treinta denarios fue el precio de Jesús en el mercado, pero es Él mismo quien «permite que el mal se ensañe con Él y lo toma sobre sí para vencerlo».

«Se trata de un misterio desconcertante, pero conocemos el secreto de esta extraordinaria humildad: Dios nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo», dijo el Papa. «En Él vemos como en un espejo los sufrimientos de la humanidad».

«Nosotros esperamos que Dios en su omnipotencia derrote la injusticia, el mal, el pecado y el sufrimiento con una victoria divina triunfante. En cambio, Dios nos muestra una victoria humilde que humanamente parece un fracaso. Cuando todo parece perdido, cuando no queda nada por hacer, es ahí cuando aparece Dios con la potencia de la resurrección, allí donde está deshecha la esperanza humana», agregó.

Volviendo sobre un sentimiento humano muy frecuente, el Papa insistió: «Muchas veces sentimos horror ante el mal y el dolor que nos rodea y nos preguntamos: ‘¿Por qué Dios permite esto?’ Es una herida profunda para nosotros ver el sufrimiento y la muerte, ¡sobre todo la de los inocentes! (…) Jesús toma todo este mal, todo este sufrimiento sobre sí mismo.

¿Cuál es la enseñanza a sacar de esto? Que «cuando no encontramos vía de escape no debemos enmascarar nuestro fracaso, sino abrirnos confiados a la esperanza en Dios, como ha hecho Jesús.»

La muerte en la cruz, recordó Francisco, era la peor en aquellos tiempos, la que se reservaba a  los esclavos y a los delincuentes. «Jesús era considerado un profeta, pero muere como un delincuente».

«Observando a Jesús en su pasión, vemos como en un espejo, también los sufrimientos de toda la humanidad y encontramos la respuesta divina al misterio del mal, del dolor, de la muerte», siguió diciendo el Papa.

«Dios vence en la derrota precisamente», dijo. En la cruz, Jesús «sufre, es traicionado, insultado y finalmente muere», pero «su pasión no es un accidente; su muerte -aquella muerte- estaba escrita«.

«De verdad –admitió el Papa- no tenemos tanta explicación, es un misterio desconcertante, el misterio de la gran humildad de Dios», y volvió a apelar a San Juan: «Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único». (Jn 3,16).

«La pasión y la muerte de Jesús y las frustraciones de tantas esperanzas humanas son el camino real a través del cual Dios obra nuestra salvación. Un camino que no corresponde a los criterios humanos, es más, los abate. En sus heridas somos curados», dijo el Papa.

Concluyó su catequesis subrayando otra vez ese mensaje de esperanza que, pese a todo el sufrimiento y el mal del mundo, se desprende de este sacrificio de Jesús:

«Y cuando todo parece perdido, cuando no queda ninguno porque herirán  ‘al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño’ (Evangelio de Mateo, cap.26), es entonces cuando Dios interviene con el poder de la resurrección. La resurrección de Jesús no es el final feliz de un cuento de hadas, no es un final feliz de una película, sino que es la intervención de Dios Padre, allí donde está desecha la esperanza humana. En el momento en el cual todo parece perdido, en el momento del dolor en el cual tantas personas sienten la necesidad de bajar de la cruz, es el momento más cercano a la resurrección. La noche se hace más oscura justamente antes de que empiece la mañana, antes que comience la luz. En el momento más oscuro interviene Dios y resucita.»

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