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La película de Lacalle Pou: ascenso, clímax y final amargo

Un día de 2012, Lacalle Pou dibujó su sueño en un papel. La película que imaginó se fue cumpliendo etapa por etapa y alcanzó el clímax el 1° de junio. Pero el 26 de octubre su guión no se cumplió, y lo que siguió después fue un agónico desenlace.

En agosto de 2011 su nombre ya sonaba como posible sucesor del padre, pero la opinión predominante era que Luis Lacalle Pou debía esperar a 2019 para ser candidato a la Presidencia.

En enero de 2012, durante una reunión de Unidad Nacional (UNA, que luego se desarticuló), una encuesta de Equipos Mori reveló que, entre todos los posibles presidenciables, él era el que cosechaba más simpatía. «Que no nos vengan a correr con candidaturas en estas fechas. Es una frivolidad», dijo en ese entonces.

Pero luego el ADN empezó a pesar, y la posibilidad de largarse al ruedo antes de lo planeado empezó a tomar fuerza. Se fue al interior. Recorrió miles de kilómetros midiendo el respaldo y buscando adhesiones. Consiguió lo que consideró necesario. Y un día de diciembre, hace ya casi dos años, lo decidió. Solo lo consultó con su mujer. Pero fue ante su padre, el expresidente Luis Alberto Lacalle, que trazó en un papel el guión de una película que finalizaba con él cruzándose la banda presidencial.

Era impensado, pero no para Lacalle Pou. En ese papel enlistaba los apoyos ya explícitos de José Carlos Cardoso (Rocha), Carmelo Vidalín (Durazno), Armando Castaingdebat (Flores), José Luis Falero (San José) y Ricardo Planchón (Colonia). También estaba Javier García (Espacio 40) —con quien tejería una alianza meses después—, el Herrerismo —su cuna— y figuras aisladas, como Graciela Bianchi.

Cada uno de esos dirigentes arrastraba cierta cantidad de votos, y la suma de todos ellos lo daban ganador ante Jorge Larrañaga. Si se cumplía ese pronóstico —contrario al de todas las encuestas—, el balotaje con Tabaré Vázquez era cantado. Pedro Bordaberry votaría igual o mejor que en 2009 (17%) y le arrimaría sus votos. Además, el desgaste tras diez años de gobierno llevaría a unos cuantos frenteamplistas a su molino.

Y se largó. Lo oficializó en enero de 2012. Ana Lía Piñeyrúa, aún en el Herrerismo, ya se había bajado de la candidatura. Luis Alberto Heber hizo lo propio. Seguían Jorge Saravia y Sergio Abreu, pero lograría el respaldo de ambos antes de medirse contra Larrañaga, el líder del sector Alianza Nacional.

«Ahora nos vamos a dedicar a la divina tarea de convencer, entusiasmar e involucrar a la gente sin entrar en el camino de destruir al adversario», afirmó un 4 de mayo a sus correligionarios. Tenía apenas el 6% de las intenciones de voto.

El 2013 fue un año de trabajo en silencio. Durante el primer semestre afianzó sus alianzas y en junio lanzó un sector de base herrerista pero renovado: «Todos hacia adelante». En el segundo semestre puso a trabajar a un grupo de técnicos para armar su programa de gobierno. Todavía parecía utópico.

Pero al comienzo del año electoral la película empezó a tomar forma. Su comando de campaña observaba cada lunes cómo la gráfica que reflejaba las fuerzas de Lacalle y Larrañaga se iba modificando. Señalaban, entre nerviosos y fascinados, la tendencia ascendente del candidato de 40 años y el estancamiento del sanducero experiente.

El 1° de junio se consagró. Fue la sorpresa de la elección, no sólo porque le ganó a Larrañaga, sino porque lo hizo por casi 10 puntos de diferencia. Entonces se respiraba aire de triunfo. «Se viene Lacalle Pou», cantaban los blancos en los actos. Él se esforzó por mantenerse ajeno a ese estado de opinión y siguió trabajando con la cabeza. Resignó su deseo de que fuera Carlos Moreira quien lo acompañara en la fórmula y optó a consciencia por quien fuera su competidor; solo así se aseguraría los votos de Alianza.

Hasta entonces la película había transcurrido fiel al guión, pero algo empezó a cambiar. El Frente Amplio posó su mirada sobre aquel que antes había ignorado y subestimado, y comenzó a golpear: en su juventud e inexperiencia («sub 20»), en las desdichas del gobierno de su padre (la eliminación de los Consejos de Salarios), en su estirpe conservadora, en su clase social. Por un tiempo pareció que los golpes apenas lo rozaban.

Pero «el susto despertó al mamado». El Pit-Cnt le hizo un paro, obligándole a salir de su silencio y tener que desmentir; el presidente y los ministros también jugaron su rol. Le cuestionaron «la positiva» y supieron capitalizar sus errores. Él se mantuvo confiado e hizo sus jugadas: anunció a Azucena Arbeleche y Álvaro Garcé, elogiados por la izquierda, como parte de su equipo de gobierno.

El 26 de octubre el sueño se terminó abruptamente. El Frente se había despertado, Vázquez había vuelto a enamorar y los colorados se habían desinflado. La película de Lacalle Pou pasó a ser una novela de realismo mágico. Ahora solo cabe pensar en la próxima película.
¿QUE DEJA LA POSITIVA”?

“Incógnita que se evaluará” – Jorge Gandini (Alianza)

“Deja un resultado muy eficaz en la elección interna del partido y muchas incógnitas en las dos elecciones siguientes. Su aplicación como estrategia deberá ser evaluada en conjunto con otros factores al final del proceso electoral”.
“Renovación en la política” – Javier García (Todos)

“Fuimos el sector más votado del país, o sea que la positiva fue refrendada. Fue el eje de la campaña. Deja una gran renovación en la forma de hacer política, y es compatible con la confrontación de opiniones. La positiva vino para quedarse”.
“Semilla que echará raíces” – Pablo Da Silveira (Todos)

“Hay una demanda por terminar con la política de descalificación y agresión. Es notorio que en el último tramo Vázquez empezó a hablar como Lacalle Pou, e incluso Mujica cambió el tono. Dejamos plantada una semilla que va a echar raíces”.
“No es la forma de ganar” – Ana Lía Piñeyrúa (Alianza)

“Desde el principio no estuve de acuerdo. Para mí había que marcar las cosas. No creo que la positiva sea la manera de ganar una elección. Igual, no creo que haya sido lo definitorio. Alianza y Larrañaga siguieron con su perfil combativo”.
Historia de un sueño inconcluso

ENERO 2012 – EL DE MÁS ACEPTACIÓN

En un congreso de la ex Unidad Nacional, presentan una encuesta que revela que Lacalle Pou tiene más aceptación que Luis Heber y Ana Lía Piñeyrúa.

JULIO 2012 – EN BUSCA DEL RESPALDO

Entre julio y enero sale al interior a medir su respaldo. Consigue adhesiones: José Carlos Cardoso, José Luis Falero, Armando Castaingdebat, entre otros.

ENERO 2013 – EL CANDIDATO OFICIAL

En entrevista con radio Continental de Pando oficializa su candidatura. Luego envía mensaje a sus compañeros de UNA. Se bajan Heber y Piñeyrúa.

JUNIO 2013 – LANZA SECTOR «TODOS»

Lanza Todos Hacia Adelante, nuevo sector conformado por Herrerismo, Espacio 40, Más País, Soplan Vientos Nuevos, Aire Fresco y el grupo 1° de diciembre

FEBRERO 2014 – PRESENTA LAS AGENDAS

Entre febrero y marzo presenta cuatro capítulos de su agenda de gobierno. Suma el apoyo de Jorge Saravia y Sergio Abreu, que resignan sus candidaturas.

JUNIO 2014 – GANADOR SORPRESIVO

A pesar del pronóstico contrario de las encuestadoras, Lacalle se impone ante Jorge Larrañaga por 54,3% a 45,4% en la interna y es candidato del partido.

JUNIO 2014 – ELIGE A LARRAÑAGA

El 12 de junio, tras una semana de negociación, Larrañaga acepta ser candidato a vice. Juntos recorren el país entre julio y setiembre y afinan su sintonía.

OCTUBRE 2014 – LA CHANCE SE DILUYE

Las urnas contradicen los pronósticos: el Partido Colorado se desmorona y el Frente Amplio se impone con 48%. Lacalle obtiene 30% y se diluye la chance.

NOVIEMBRE 2014 – REPECHO AL BALOTAJE

Lacalle consigue el apoyo formal del Partido Colorado pero no de otros partidos. La fórmula no logra adhesiones suficientes para ganarle al oficialismo.

EL PAÍS

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