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Lo que dicen los padres ya no es palabra santa”

Hoy en día los padres no enseñan a sus hijos a respetar ciertos límites cuando son pequeños. Por ello, al hacerse mayores y exigirles cierta disciplina de la que siempre han carecido, se crea en los niños una frustración que les pasa factura.

Estas son las claves que explican que, en la actualidad, padres y colegios choquen cuando hay algún problema con el pequeño. Al menos, así lo asegura Lucía Gorbeña, psicóloga experta en mediación del Centro Universitario de Transformación de Conflictos de la Universidad del País Vasco. Los primeros que tienen que imponer límites en la educación de los hijos son los padres, la familia ha de ser el primer núcleo socializador en el que los niños se desarrollen. Y en él, los padres desempeñan un papel fundamental al tener que enseñarles, entre otras muchas cosas, que en la vida existen límites.

Sin embargo, en la realidad no ocurre así. Los padres son «demasiado permisivos», alertó la experta, y esa actitud es «una de las grandes claves» en la pérdida del prestigio social del profesorado. La sociedad está cayendo en el error de haber pasado del modelo educativo autoritario al democrático excesivamente permisivo.

¿Qué se entiende por autoridad parental?
Es el conjunto de facultades y deberes que la ley otorga al padre y madre sobre sus hijos menores de edad, con la finalidad que los protejan, eduquen y preparen para la vida, y además para que los representen y administren sus bienes. El ejercicio de la autoridad parental la ejercen ambos padres, pero a falta de uno, la ejercerá el otro.

El doctor Marcelo Hernández, especialista en psiquiatría, psicología médica y clínica familiar, dice que como «sujetos de interacción, funcionamos en un contexto, respondiendo a estímulos. Cuando no hay parámetros, nace la confusión». Hernández da cuenta de tres tipos de liderazgo, que podrían ser vistos como estilos paternos o de educación, que forman a los niños con características específicas, que deberían ser tomadas en cuenta a la hora de establecer normas o parámetros. «El estilo laiser faire produce mucha creatividad y una sensación ilimitada de libertad, pero poco orden y eficacia. El estilo autoritario, tipo colegio militar, produce mucho orden y eficiencia, pero poca productividad y nada de creatividad. Y el estilo democrático, que es una mezcla de los dos, produce normas, consenso y cumplimiento. Es un estilo organizador de la experiencia que da un promedio de creatividad, orden y eficiencia. Es decir que se imponen normas por consenso y se las cumple.»

El psiquiatra alemán Michael Winterhoff plantea en su best seller ¿Por qué los niños se convierten en tiranos? que la fase narcisista normalmente debe durar entre los 10 y 16 meses de edad, pero desde hace un tiempo se ha encontrado en su consultorio con niños mucho mayores que parecen no haber salido de ese punto. «En ese período de desarrollo, el niño no distingue todavía entre cosas y personas, por lo que no tiene ninguna sensación de respeto hacia los otros. El único principio que rige el comportamiento en esa fase es el principio del deseo», escribe Winterhoff. «La función primordial de un niño es apropiarse de todo. ‘Esto es mío’, dicen todo el tiempo».

El determinar límites e imponer rutinas implica, naturalmente, asumir conflictos que, según Winterhoff, muchos padres prefieren evitar porque, para compensar los problemas que tienen en otros ámbitos de sus vidas, quieren mantener con sus hijos unas relaciones armónicas y renuncian al papel de guías. «Si hay niños tiranos es porque hay padres inmaduros. Quieren ser más amigos de sus hijos que distantes y distintos. Ser padre es educar, contener, poner límites», explica Hernández, y agrega: «Creo que hay que volver a la función educativa del no. El no en sí no es ‘traumático’, es humanizante. Lacan señalaba que, desde muy temprano, un niño sabe distinguir entre un límite y una brutalidad contra él, y la experiencia muestra que esto es así. El ‘no’ opera una pérdida, y la pérdida es constituyente de nuestra capacidad simbólica, o sea de lo que nos hace los únicos animales inteligentes.»

Hasta aquí la introducción al tema, pero para profundizar más en la materia conversamos con la psicoterapeuta de niños y adolescentes Pamela Sicalo.

¿Cuáles son las consultas más comunes vinculadas a la palabra parental devaluada que recibís en tu consulta?

Los padres suelen venir a mi consultorio con problemas como, por ejemplo ,»no me escucha», «pareciera que le estoy hablando a la pared», «tengo que acompañar mis palabras con amenaza», «recién cuando grito o llego a una instancia que no me gusta me obedecen»… En fin, frases como estas y similares se escuchan todo el día porque pareciera que hoy día a los chicos les cuesta un poco acatar las ordenes cotidianas que les dan sus mayores: apagar la televisión, ir a bañarse, comer, entre otras cosas.

¿Puede decirse que es un fenómeno actual vinculado a la pérdida de autoridad de los padres?

La verdad es que existen diferentes opiniones con respecto a este punto. Los profesionales no contamos con datos certeros de que sea así, pero pareciera que hoy día cuesta un poquitito más que los chicos obedezcan a los padres. En la sociedad en que vivimos la palabra necesita apoyarse en otras cosas para que valga, o esa parece ser la regla general. Sin embargo, lamentablmente lo que sucede en muchas familias es que intentan educar a los hijos a «control remoto», es decir, si la mamá está cocinando y le dice al hijo: «Apagá la televisión porque vamos a comer», y el niño no hace caso, y hay que repetir la demanda a los 15 o 20 minutos, esto cansa a la madre, pero más allá de eso, ella está en la cocina, y eso no es menor. ¿Qué significa esto? Si los padres quieren educar tienen que saber que deben estar en el lugar para fundamentar la palabra. Es decir, la palabra se devalúa cuando hay muchas palabras y poco contenido o conlleva pocas consecuencias. Algunos padres también hablan de más, dan demasiadas explicaciones, inecesarias, que los niños no entienden. A veces suelen incurrir en los rezongos, pero estos no funcionan en los niños.

¿Qué otros consejos prácticos puede recomendar a los padres de los niños que no cumplen órdenes?

Primero que nada, es importante entender que si tenemos varios hijos, y hay uno que responde rápidamente a las órdenes no deberíamos compararlo con los hermanos. Cada niño tiene caracteristicas peculiares. Si mi hijo es de aquellas personas que les cuesta más entender y acatar las órdenes hay que acercársele físicamente, tocarlo, buscar el contacto visual y darle una orden concreta y específica, como por ejemplo: «Es hora de apagar la tele ahora o ya». Si el niño no cumple no hay que irse de la habitación, hay que permanecer allí, cerca, tranquila, con calma. Luego, hacer una afirmación: «Si tú no apagas la televisión ahora, la apago yo en unos minutos». Tambien podemos negociar. «¿Cuándo te querés bañar? ¿Antes o después del programa que estás viendo?». Es muy importante reforzar la conducta. En los momentos en los que el niño cumple con lo que le estoy pidiendo hay que motivarlo. Cuando los papás gritan o amenazan demasiado o se enojan y recién ahí el niño presta atención, entonces el padre puede sentir que su palabra está devaluada y suele buscar apoyo en el grito, la amenaza y todo lo demás.
Lo que los padres necesitan es volver a encontrar la palabra parental en su justa medida.

Fuente: www.padreshoy.uy

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