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Sillas infantiles que taxis se niegan a usar reducen 70% lesiones graves

Quienes deben controlar el cumplimiento de la ley de tránsito cuestionaron la decisión de la Patronal de taxímetros de no utilizar el sistema de seguridad

La ley (19.061) es rígida, es cierto, es muy limitante pero en algún momento había que empezar a cumplirla. La Patronal de taxímetros no puede adjudicarse la facultad de decir qué se cumple o qué no se cumple”, aseguró a El Observador uno de los integrantes de la Comisión de Análisis y Seguimiento de la implementación de la ley de tránsito del Congreso de Intendentes, César García, consultado acerca de la negativa de la Gremial Única del Taxi de implementar el Sistema de Retención Infantil (SRI), por considerarlo “absurdo”.

García explicó que, a pesar de que varios intendentes no estuvieron de acuerdo con las disposiciones de la ley por las dificultades en su implementación y los cambios en infraestructura necesarios para su cumplimiento, “todos entienden que para tener una mejor calidad de vida se necesita todo eso”, afirmó.

Desde la sociedad civil la negativa también se ve con preocupación, ya que se considera que “es primordial” que siempre que el niño se transporte en un vehículo lo haga con un SRI. Según explicó a El Observador la presidenta de la fundación Gonzalo Rodríguez, María Fernanda Rodríguez -desde donde se impulsa la implementación de este elemento de seguridad- un SRI bien instalado y adecuado para el niño en cuanto a peso y altura reduce en un 70% las posibilidades de que en un siniestro el menor sufra lesiones graves o mortales.

“La normativa está bien, es un paso hacia adelante. Es un muy buen signo para Uruguay”, dijo Rodríguez acerca de la ley, que en su artículo 1º establece que los niños de 0 a 12 años están obligados a viajar con algún tipo de sistema de sujeción. “Cualquier cosa que tire hacia atrás, nosotros vamos a manifestarnos en contra”, agregó.

Desde Patronal se insiste de todo modos en que debido a las características de la ley, que prevé el uso de diferentes sillas según las edades, es imposible de implementar y que la responsabilidad recae en los padres. Sin embargo, García explicó que el objetivo de la norma es mejorar la seguridad. “Ese es el factor esencial, no si los taxis están bien o mal equipados para que cumplan con eso”, sentenció. Reconoció por otra parte que hasta que no funcione la Policía Nacional de Tránsito, la fiscalización no sería posible ya que se trata de una norma muy compleja, con muchos detalles y a que los inspectores son funcionarios municipales por lo que no tienen potestades por ejemplo ante la negativa de un conductor a acatar un mandato.

García aseguró a El Observador que si bien no se ha recibido ningún pedido desde Patronal desde el Congreso de Intendentes están dispuestos a dialogar y rever la regulación, pero recordó que la norma ya existe. “Es una ley y la ley la tenemos que cumplir todos, los que están a favor y los que están en contra”,dijo. En caso de continuar con la negativa, como pasa con cualquier conductor, se fiscalizará.

Soluciones posibles

“Me tomé un taxi en Holanda, llamé por teléfono, les pregunté si tenían SRI, y me dijeron que demoraban un poco porque tenían que ir a buscar la silla antes. Me pareció excelente”. De este modo, dijo Rodríguez, dejar las sillas en diferentes puntos estratégicos de la ciudad y que el taxista las busque cuando se lo pidan explícitamente, es una buena idea para aplicar en Uruguay. “Es un poco de voluntad, es un tema de desarrollo”, sentenció.

Otra opción sería que a medida que se renueva la flota se piense en vehículos más grandes para que la mampara no ponga en peligro la seguridad, dijo Rodríguez. Según la presidenta de la fundación, hay autos que aunque se use silla, debido a la mampara, tampoco son seguros.“Es un elemento totalmente extraño, no fue diseñado en conjunto con el auto. Cualquier persona que vaya en el asiento trasero, por más que lleve cinturón, sea adulto o niño, en un impacto seguramente se lesione” porque “es como darse contra una pared de lleno”, explicó.

EL OBSERVADOR

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