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Tango que me hiciste mal

Aunque la Intendencia sólo levantará la suspensión de las milongas de la Plaza del Entrevero si el permisario se disculpa públicamente y participa en acciones de "formación de género", este ya afirmó que no lo hará y que la comuna quiere "lavar" su cerebro en talleres.

La Intendencia de Montevideo (IM) decidió «suspender transitoriamente» las milongas en la Plaza del Entrevero como consecuencia del episodio sucedido el domingo 15 de marzo, cuando dos mujeres fueron expulsadas del espectáculo que se desarrollaba en el lugar por bailar juntas.

La resolución, divulgada este miércoles por la IM, consigna que la organización Yunta Brava no podrá volver a organizar las milongas en la plaza hasta el próximo 11 de abril, cuando se levante la sanción impuesta.

Antes de esa fecha, el programa Tango en Obra de la Intendencia definirá «las condiciones y el formato sobre el cual se trazará el diseño de las acciones a ser llevadas a cabo».

A pedido de la comuna, los organizadores deberán además reconocer públicamente «el error cometido» y participar de «acciones de formación en políticas de género e inclusión» coordinadas por la Secretaría de la Mujer.

Sin embargo, la pareja que integra Yunta Brava ya adelantó que no pedirá disculpas. Daniel Prates, el permisario, dijo a Búsqueda que ir a estos cursos sobre género y pedir disculpas públicas es un «insulto». «Quieren que vayamos a talleres para lavarnos el cerebro. Yo creo que no le falté el respeto a nadie en la IM para que salieran con esta grosería. No me voy a retractar porque es una infamia (…) no me pueden pedir que me vaya a arrodillar, están todos locos».

Además aseguró que las dos jóvenes expulsadas fueron «usadas como instrumento» para generar esta «movida» y agregó que la resolución va a generar un caos. «En cuatro o cinco días se va a llenar de borrachos o drogadictos», dijo, al explicar que el ambiente de la plaza ya quedó transformado. Prates también dijo a Búsqueda que espera que los medios se movilicen y hagan un «desagravio por el honor de los tangueros de la Plaza del Entrevero».

Víctimas pidieron «rol más activo» de las autoridades

Antes, Lucía Conde y Florencia Veiro, las dos mujeres que denunciaron haber sido expulsadas de la Milonga de la Plaza del Entrevero, difundieron un comunicado en el que reclaman «un rol más activo» de las autoridades y aclaran que su objetivo no es cerrar el espacio.

A través de una nota publicada en Facebook, las dos jóvenes repasaron su versión sobre los hechos para volver a denunciarlo públicamente y «llamar a la reflexión». En ese sentido, y luego de que el caso tomara estado público a través de los medios y las redes sociales, señalaron la «falta de controles» que adolecen este tipo de espectáculos.

«Nada más lejos de nuestra intención que pedir algo que se acerque a cerrar la milonga de la plaza, aunque cabe pensar que alguien debería asumir un rol más activo —la Intendencia, el MEC, quien corresponda— para preservar el carácter democrático de lo que sucede en la vía pública», señalan en la carta.

En efecto, Conde y Veiro consideran que la falta de controles «podría estar propiciando que quienes organizan eventos como este puedan llegar a sentirse habilitados a dictar las normas para participar».

Tal como ellas mismas describen en su carta, Veiro es gestora cultural, licenciada en Turismo y estudiante de tango desde hace un año. Por su parte, Conde es bailarina, docente de tango danza y organizadora de milongas.

Carta completa

Montevideo, 18 de marzo de 2015

El día domingo 15 de marzo de 2015, nos tocó vivir un hecho que hacemos público en esta oportunidad para que no se replique nunca más.

Florencia Veiro —gestora cultural, licenciada en Turismo y alumna de tango desde hace un año— y Lucía Conde —bailarina, docente de tango danza y organizadora de milongas—, quienes suscribimos esta carta, fuimos junto a un grupo de amigos a ver un espectáculo en la Sala Zitarrosa, en el marco de los festejos conmemorativos por el Día Internacional de la Mujer.

Como llegamos temprano al espectáculo, cruzamos a la Plaza del Entrevero a mirar la milonga. Estando allí, nos dieron ganas de bailar y, naturalmente, lo hicimos, como lo solemos hacer en las milongas que frecuentamos. No habiendo terminado el primer tango, nos abordó una señora que estaba participando y nos dijo que no podíamos seguir bailando porque «dos mujeres acá no se permite, está prohibido». Ante nuestra interrogativa sobre quién era el responsable de tal medida, nos comentó que es la propia Intendencia de Montevideo quien está detrás de la decisión, argumento que nos pareció ridículo. Inmediatamente se acerca el organizador del evento, y, de un modo poco amable, nos comunicó que nos teníamos que retirar del lugar porque «acá no queremos tortas ni maricones». Asimismo, agregó que ese espacio reúne familias y niños, dando a entender que es «inapropiado» exhibir conductas como bailar entre personas del mismo género.

Mudas de desconcierto y ante la mirada atenta —y pasiva— de muchos participantes de la milonga, nos apartamos. Acto seguido, escuchamos por los parlantes que el responsable del evento decía que él no iba a permitir conductas inapropiadas en la milonga que organizaba desde hacía diez años, reiterando el argumento de que había familias y niños.

Volvimos a la Sala Zitarrosa y le comentamos lo ocurrido a Jorge Schellemberg, el director del teatro, quien inmediatamente nos brindó su apoyo y cruzó a la plaza con el objetivo de conversar con las personas encargadas. Este intento se vio frustrado por la negativa de diálogo y él también fue invitado a retirarse poco amigablemente.

Más tarde en la noche publicamos en las redes sociales lo acontecido a la vez que Schellemberg se comunicó con las autoridades de la Intendencia de Montevideo para informarlos sobre los hechos. A partir de allí la noticia se viralizó y cobró la presente trascendencia.

Nuestra intención con esta nota es, como expresamos al inicio, denunciar el hecho y llamar a la reflexión. Queremos que nadie más tenga que vivir esta experiencia injusta y repudiable, que representa una actitud claramente homofóbica que condenamos a pesar de no ser «tortas» ni «maricones».

Siendo una actividad cultural, resulta más alarmante esta actitud ya que el tango tiene por objeto el abrazo, el encuentro, que trasciende edad, origen, cultura, género, etnia, bandera.

Nada más lejos de nuestra intención que pedir algo que se acerque a cerrar la milonga de la plaza, aunque cabe pensar que alguien debería asumir un rol más activo —la Intendencia, el MEC, quien corresponda— para preservar el carácter democrático de lo que sucede en la vía pública.

Consideramos que esa falta de controles podría estar propiciando que quienes organizan eventos como este puedan llegar a sentirse habilitados a dictar las normas para participar.

Con esto no pretendemos justificar la actitud anteriormente repudiada, sino invitar a la reflexión sobre el uso y apropiación de los espacios públicos y los recursos de la comunidad.

Lucía Conde y Florencia Veiro

Montevideo Portal

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