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Adiós Facebook, hola Snapchat

Los jóvenes han comenzado a emigrar de la red social más popular huyendo de sus padres, pero también buscando algo nuevo. Un fenómeno que ya tiene estudiosos.

«El fin de Facebook». Esta frase causó escozor cuando diarios de todo el mundo la publicaron a fines del año pasado. Se le atribuyó al antropólogo inglés Daniel Miller y de inmediato surgieron voces de alarma entre los más de 700 millones de usuarios de esta red social en el planeta. Pero fue un error.

Lo que este profesor del College University de Londres quiso decir es que son los adolescentes los que están emigrando de Facebook hacia otras redes sociales, especialmente WhatsApp y Snapchat, porque para ellos el invento de Marck Zuckerberg, que este año cumple una década, «está muerto y enterrado».

«Los chicos en el colegio ya no usan Facebook, porque ya no es algo cool», explica este antropólogo que estuvo esta semana en Latinoamérica brindando charlas sobre cómo las redes sociales están cambiando al mundo.

Miller, un exhippie, se ha dedicado a estudiar el consumo y la cultura material, y ha publicado 35 libros y estudios sobre diversos temas. En 2012 comenzó una investigación sobre el impacto global de los medios sociales, que hasta hoy implica tener a un investigador en cada país estudiado (China, Brasil, India, Gran Bretaña, Italia, Turquía, Trinidad y Chile) para ver el efecto del uso de las redes sociales en el comportamiento de las personas.

Entre otras cosas, el investigador habla del éxito de Snapchat, una aplicación que crece entre los adolescentes incluso más que WhatsApp o Instagram. Y el motivo que algunos ven es que, además de permitirle a los usuarios conversar y enviarse fotos entre ellos, hace que las imágenes se autodestruyan a los pocos segundos para que nadie más las pueda ver; un detalle nada despreciable en esta época de rotación de videos y fotos de alto voltaje. Por esta nueva vedette de las redes sociales se mueven unos 350 millones de fotos al día.

«Snapchat se ha convertido en algo muy grande y la gente realmente no entiende por qué. Muchos dicen que se debe a que es porque se pueden enviar fotografías que desaparecen después de 10 segundos. Pero los chicos no son estúpidos y saben que si envían una foto, alguien puede hacer una copia, guardarla y mostrarla. Entonces, en las primeras semanas que están en Snapchat, cometen ese error. Pero eso no es de lo que se trata Snapchat, sino de que los chicos se envían muchos selfies (fotos que se toman ellos mismos con sus teléfonos), que es la peor forma de sacarse una foto, se ven horribles. Pero ellos lo hacen porque tienen una forma de crear lazos profundos con amigos cercanos. Es una forma de decir `confío en tí, me siento muy cómodo contigo y no necesito esas fotos elegantes. Me puedes ver, aunque me vea estúpido. Y además te estoy entreteniendo y compartimos esta diversión`».

os jóvenes actualmente buscan «movimiento, lo nuevo», entiende el antropólogo, y agrega que cuando lo encuentran se cambian para ver qué es lo que esa nueva plataforma va a hacer por ellos que las otras no hacen. «Mucha gente que busca nuevas tecnologías se cambia de cosas buenas a las cosas más malas solo porque es algo nuevo. No eligen una plataforma nueva porque sientan que es lo mejor. Es como la ropa. Uno no puede decir que pasa de una moda a otra porque la ropa sea más cómoda, simplemente lo hace porque siguen una cierta tendencia».

-¿No cree que la gente está perdiendo el contacto cara a cara?

-No, para nada. No hay evidencia que lo demuestre. De hecho, la gente está conociendo a más amigos, más parejas y acostándose con gente que conoce por internet. En Inglaterra, antes de que existieran las redes sociales, para que la gente tuviera un contacto cara a cara se emborrachaba y terminaba teniendo sexo con alguien de quien después se arrepentía. Hoy, con los medios sociales, es necesario hablar mucho con las personas que se conocen, hay que respetar lo que el otro dice, y probablemente es una forma más profunda de conocer gente que emborracharse y acostarse con alguien. Creo que tenemos una falsa nostalgia de que hubo una época en que el cara a cara era algo muy profundo. No es necesariamente así, la gente puede decirse mentiras. No quiero decir que ahora sea mejor y que las redes sociales son una suerte de educación profunda. No creo que sea ni mejor ni peor, sino que seguimos teniendo una mezcla de conversaciones triviales. Lo hicimos antes y lo hacemos ahora.
NI BUENO NI MALO.

Una red social no se puede enjuiciar como algo bueno o malo. Miller es determinante en este punto. «Facebook es lo que la gente hace con Facebook», explica. Y luego se explaya: «Las cosas que la gente postea en Inglaterra son completamente diferentes a la que postean en Trinidad. Hay un 20 por ciento en común, el resto es diferente. Si digo que Facebook es bueno o malo, ¿me estoy refiriendo al de Trinidad? ¿Al de Inglaterra? ¿Al que usan los jóvenes? No se puede decir que el teléfono es bueno o malo, sino que es usado por personas para cosas buenas o malas. Por eso estoy feliz con este proyecto que estamos realizando en ocho países».

El antropólogo se refiere al estudio que comenzó en 2012 y del que adelanta algunos hallazgos. «En el pasado la gente hablaba de los medios de manera individual, se refería a la webcam, al smartphone, pero hemos descubierto que hoy toma las cosas como un paquete, lo cual hemos denominado `polymedia`. Si queremos entender qué es lo que está pasando con todas estas nuevas plataformas, tenemos que ver cómo se relacionan unas con otras. Hoy la gente te juzga de acuerdo a cuál de ellas estás usando. Por ejemplo, si un amigo me envía mensaje por Facebook, uno se pregunta por qué lo hace, por qué simplemente no me llama por teléfono o por qué no usa WhatsApp. De hecho, a fines de este mes voy a sacar un libro sobre las webcam, llamado precisamente así: Webcam. Cuando recién comenzaron a ser utilizadas, la gente las usaba de manera conservadora; es decir, las veían como un teléfono con video en que dos personas conversaban y se veían el uno al otro. Cuando las webcam se convirtieron en algo de uso común, comenzaron a utilizarse de distinta manera. Supongamos que una pareja que se encuentra en países diferentes deciden llamarse y usar una webcam. Lo que hacen es instalar la cámara en un punto fijo y seguir con sus actividades, a veces hablando o no, pero lo que tratan es tener la comodidad de sentirse como si los dos estuvieran en el mismo lugar. Es un cambio dramático al uso de la cámara: las personas se relajan ante ella y tienen una relación más fluida».

Miller agrega que también ha cambiado la visión que se tiene del videojuego. «Solían tener una connotación muy negativa, eran vistos como algo peligroso, pero actualmente el más exitoso que se ha inventado es Farmville, que está hecho en especial para mujeres de mediana edad. Es algo muy sociable y nada de violento».

-Su estudio se realiza en China, ¿qué está ocurriendo con las redes sociales allá?

-La gente, en general, esta explorando nuevas formas de contactarse y eso está ocurriendo en China. Se estima que en los últimos años, unos 120 millones de personas han emigrado del campo a la ciudad. En principio pensábamos que estas personas utilizarían las redes para mantener contacto con sus familias, pero las usan para conocer a otras personas. Quieren tener una vida diferente, quieren cambiar. * El Mercurio
CAMBIOS EN EL PERFIL

¿Por qué los jóvenes ya no quieren estar en Facebook? «Porque ahí están sus padres y no quieren tenerlos como amigos. Pero no es la única razón. Ellos son muy sensibles al estilo y les encanta mostrar algo diferente, necesitan una nueva plataforma y se sienten atraídos por las cosas nuevas», responde Miller sobre la mutación en el usuario de la red social, que evoluciona hacia un público mayor.

«Cuando Facebook comenzó, fui uno de los pocos que dijo que lo veía como algo para gente mayor. Es muy útil para quienes tienen amigos en el extranjero y tendrá buen futuro porque hay mucha gente que tiene conexiones internacionales, a quienes les ayuda a mantenerlas. El problema sería si los jóvenes dejan de usar Facebook, y los adultos, que lo usan porque los mantienen conectados con ellos, los siguen hacia donde están emigrando».

Fuente El país

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