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Así son los taxis autónomos que circulan en Singapur

 

 

Singapur forma parte de lo que los economistas de la segunda mitad del siglo XX denominaron “los cuatro tigres asiáticos”. Países con un crecimiento económico acelerado que asaltaron los mercados internacionales con sus productos gracias a una mezcla peculiar de liberalismo, bajos costes de producción y carácter oriental. Sin cualquiera de esos tres elementos, probablemente el milagroso despegue de estas economías tras la Segunda Guerra Mundial habría sido imposible. También, sin esas idiosincrasias, sería difícil imaginar la naturalidad con que la población de lugares como Singapur abraza las nuevas tecnologías e incorpora los cambios de costumbres que implican.

No es raro por tanto que nuTonomy haya elegido un barrio de la capital de este país asiático para implementar su servicio de taxis autónomos sin conductor. En esta pequeña isla, con más de cinco millones y medio de habitantes en un espacio reducido y una densidad de población muy alta, han enfrentado el problema de la movilidad urbana desde hace tiempo buscando reducir el parque automovilístico. La táctica utilizada por el gobierno para disuadir a los conductores fue contundente: una carga impositiva sobre los propietarios de los coches que puede superar el 150% del valor del vehículo en el mercado. Una forma convincente de incentivar el uso del transporte público -incluidos los taxis, que tienen un precio comparativamente muy reducido en relación a cualquier capital europea, por ejemplo- y controlar los niveles de contaminación.

Karl Iagnemma, fundado de nuTonomy, cree que la clave para que este tipo de vehículos sea aceptada es conseguir que viajar en uno de ellos resulte natural: “estamos un poco sorprendidos por el empeño de la gente en que la experiencia de ir en un coche autónomo sea humana. No sólo quieren que conduzca como un humano, quieren que lo haga de forma cómoda. Que tome decisiones como las humanas, es decir, que no sea demasiado precavido y por lo tanto muy lento. Pero tampoco tan agresivo como para poner en riesgo a los pasajeros. También tienden a asociar cualidades humanas al software. Yo creo que es la manera que tiene la gente de aceptar el hecho de que es un sistema complejo que no alcanzan a comprender del todo, pero que es el encargado de llevarles de un lado a otro”.

Más seguridad, mayor eficiencia y menor coste. Esos son los tres motivos que Iagnemma señala como claves en la  decisión de adoptar unos vehículos que cuentan con un sistema robótico muy sofisticado para moverse. El proyecto piloto de Singapur sirve no sólo para recabar datos del funcionamiento del coche, sino también (e igual de importante) para ver cómo reaccionan los pasajeros ante una tecnología completamente nueva.

nuTonomy ya ha tenido que enfrentarse a los primeros problemas con sus vehículos: hace unas semanas uno de los coches tuvo un pequeño accidente, aunque sin consecuencias graves. Es el riesgo que se corre cuando se abandonan los plácidos circuitos de pruebas y se entra de lleno en el mundo real. La anécdota no ha desanimado a la empresa, que sigue asegurando que en muy pocos años este sistema de transporte será habitual en muchas ciudades del mundo. Veremos natural subir a un taxi sin conductor y, quién sabe, tal vez también hablar del próximo derby futbolístico con nuestro taxista invisible.

Fuente: www.one.elpais.com

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