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El gobierno abrió la puerta a que se negocie trabajar menos horas

Conmemoraron ley de ocho horas y terminaron discutiendo sobre las seis

En plena celebración por los 100 años de la ley que revolucionó las relaciones laborales en Uruguay al fijar la jornada de trabajo en 8 horas, el PIT-CNT, a través de su secretario general,
Marcelo Abdala, planteó al gobierno y empresarios empezar a discutir una nueva reducción del tiempo de trabajo llevándolo a 40 horas semanales.

La idea resonó el martes en el salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, en un acto al que asistió el presidente Tabaré Vázquez, el vicepresidente Raúl Sendic, ministros y otros jerarcas.

El planteo fue rechazado de plano por los industriales.

Juan Carlos de León, secretario de la Cámara de Industrias, dijo a El Observador que hoy eso «es impensable». «Hay problemas de competitividad, si pensamos en mantener los salarios y reducir la jornada laboral vamos a estar más complicados por el aumento de costos», afirmó el representante de los empleadores.

La propuesta del PIT-CNT llegó cuando se están negociando salarios, la economía está enlentecida y el desempleo tuvo una leve suba.

La central obrera, que valoró la sensibilidad política del gobierno colorado de hace 100 años al fijar el régimen de trabajo en 8 horas, cree que llegó el momento de concretar que la jornada laboral sea de 40 horas y no de 48 como es actualmente.

Marcelo Abdala dijo que el gremio de los metalúrgicos, al que pertenece, priorizará en la negociación colectiva la reducción de las horas de trabajo por sobre otras reivindicaciones.

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«Hoy no está en la agenda legislativa, ni del Poder Ejecutivo» pero «se puede negociar», afirmó el secretario de Estado abriendo la puerta al menos a escuchar el planteo de los trabajadores.

Productividad

El ministro de Trabajo, Ernesto Murro, explicó a El Observador que hay «distintos sectores» que ya tienen ese sistema de seis horas, como la salud y la bebida, y otras ramas de la actividad negocian hoy «una flexibilidad horaria».

Los metalúrgicos, comentó el ministro, acaban de modificar su plataforma para poner arriba de la mesa la reducción horaria.

«Es un tema que se puede discutir», explicó. Informó que en países industrializados (salvo Estados Unidos y Japón) «hay una tendencia a la disminución progresiva» de la carga horaria.
En los subdesarrollados hay cierta estabilidad en que las semanas laborales sean de entre 44 y 48 horas; y en naciones asiáticas se trabaja más de 50 horas.

Murro tampoco pierde de vista la posición de los empleadores. «La mejora de la productividad es un tema de necesidad nacional», afirmó en el Parlamento.

Pionero en el mundo

La ley 5.350 del año 1915, fue impulsada por el gobierno de José Batlle y Ordoñez (Partido Colorado), un presidente que diseñó un Estado protector. Esas ideas llevaron a los colorados a considerarse el escudo de los más débiles.

La ley tuvo un par de antecedentes. En 1905, con la firma Luis Alberto de Herrera y Carlos Roxlo, se remitió al Parlamento un proyecto que fijaba la jornada laboral en 9 horas. No prosperó.

Por aquellos años el novel Partido Socialista contaba en sus filas con Emilio Frugoni quien planteó un proyecto similar, que tampoco avanzó.

Finalmente, la ley del gobierno batllista, luego de 9 años de una dura discusión en la sociedad, fue aprobada en el Parlamento.

El ministro Murro dijo que Uruguay «fue pionero en el mundo» al establecer ese derecho.

Empresarios y trabajadores también elogiaron la norma.

El contexto en el que fue aprobada encontró a Uruguay queriendo despegar. Los salarios eran bajos y las condiciones de empleo paupérrimas. Algunos hechos marcaron el camino hacia la ley de las 8 horas.

En Uruguay, en 1911, una huelga de los obreros de tranvías –que se consideró el primer paro general del país– marcó el inició de movilizaciones de trabajadores.

En política, los partidos Nacional y Colorado dominaban la escena y los anarquistas –muchos eran inmigrantes de Europa– tenían fuerza para organizar movimientos de protesta.

Fue también el Uruguay que desarrolló planes educativos, crecieron los teatros y había escritores en los bares.

El presidente Batlle y Ordoñez, que gobernó en dos períodos (1903-1907 y 1911-1915) promovió una serie de leyes sociales; se enfrentó al capital británico que tenía los servicios públicos, y también debió enfrentar a latifundistas locales y sectores conservadores de la sociedad, que en entre otros cambios, rechazó la ley del divorcio.

El contexto actual es otro. Hay negociaciones colectivas, y con el Frente Amplio se impulsaron nuevas leyes que dieron derechos, por ejemplo a las empleadas domésticas; se estableció jornadas de 8 horas para los trabajadores rurales; se aprobó la ley de fuero sindical; se protegieron libertades sindicales; y aumentaron los subsidios por maternidad y paternidad.

Fuente: observador

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