María, el cáncer y su relato en Twitter
María Vázquez es arquitecta y argentina. Está casada y es madre de un niño de 3 años. María tiene cáncer.
Hace siete meses, María Vázquez fue diagnosticada con cáncer de ovarios con metástasis. Fue su marido el que le dijo lo peor: «Te vas a morir».
Y ahí María tomó una decisión que tal vez la haya cambiado pero que seguro, nos cambió a muchos de nosotros. María decidió contar su historia, su camino con el cáncer y su vida como vecina de la muerte en una cuenta de Twitter.
“En el sanatorio no tenía wifi, prendí el 3g un par de veces para mandar mails a mis amigas y nada más. Cuando volví a casa ya habían pasado cinco días de la operación y le di varias vueltas al asunto de contar o no contar. Me decidí por contar. Tener cáncer es como tener gripe: nada vergonzoso, sólo mil veces peor. No contar es ponerse del lado de los que titulan ‘una larga y penosa enfermedad’. Sentir vergüenza, ¿de qué? Salvo que creas en ‘las piruetas culpabilizadoras que achacan a los enfermos responsabilidad por su enfermedad’ (eso dijo Susan Sontag, ojalá fuera mía la frase)”, escribió María en un artículo con su firma que publicó el sitio La Agenda.
¿Y por qué el relato conmovió a cientos? Porque María no llora en Twitter. No se queja. No reclama la supuesta falta de justicia. Cosas que seguro haríamos la mayoría de nosotros. Pero María no.
En el show de Kimmy Oh, como ella misma lo bautizó, María cuenta su día a día sin eufemismos y con un sentido del humor cáustico. Habla de sus vómitos, de sus dolores, de sus innumerables idas al baño sin guardarse nada. Pero también cuenta de sus pequeñas victorias (que fue a un vivero y se compró plantas para su jardín, qué quiere hacer arreglos en su casa, los libros que lee) y agradece el «tratamiento de reina» que le dan en el Sanatorio Providencia donde está internada en Buenos Aires.
María no esconde. María nos dice todo. Y en ese todo nos obliga a enfrentar nuestros propios demonios.»En el show callo cosas que sólo puedo hablar con dos personas en la vida, o con una, o con nadie. Pensamientos negrísimos acerca de la soledad, porque -después de todo- por mucha comunicación y amor que haya la que pone el cuerpo es una. Hay dolores de los que no tengo escapatoria (pero menos mal que para los otros tengo el humor). La angustia que me da pensar que mi hijo podría crecer sin mi presencia. La envidia resentida hacia los sanos que lo van a disfrutar. La mera incomodidad física», cuenta María.
Y las respuestas a sus tuits son cientos, que aunque no puede contestar, María lee uno por uno.
EL PAÍS
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