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Nativos digitales: la vida delante de la pantalla

La “Generación Z” que nos rodea al advertir la relación que bebés, niños y jóvenes tienen con la tecnología dejan entrever personalidades apuradas, pragmáticas, autónomas y testarudas. Nuevos modos de relacionamiento que se desprenden de nuevos modos de pensar.

Bebés desesperados por agarrar un teléfono. Niños que ya no saben jugar solos y que se entretienen con tablets como si fueran chupetes electrónicos. Jóvenes cuyos celulares parecen extensiones de su cuerpo y redes sociales que suplantan relaciones intrapersonales. El mundo de hoy y sus adelantos tecnológicos modifica la forma en que la humanidad se relaciona, pero en mayor medida cambia los procesos de crecimiento y aprendizaje de quienes recién se incorporan a la vida.

De esa forma, la Generación Z, que ha crecido a partir de mediados de los 90 con videojuegos y teléfonos móviles, ha ganado aptitudes cerebrales en lo que se refiere a la velocidad y los automatismos, en detrimento de otras como el razonamiento y el autocontrol.

Es que durante millones de años, el cerebro humano se ha adaptado al reto de la escritura y la lectura, pero la llegada de la era digital ha dado paso a un conocimiento que requiere una adaptación basada en la velocidad.

Los casi 2.000 millones de jóvenes nacidos después de 1995, con internet, están decididos a construirse una vida alejada de los métodos, códigos y de las aspiraciones de sus mayores. Son “mutantes”, como los llaman algunos investigadores fascinados por su fusión con el mundo digital.

En 2012, un tercio de los jóvenes de 15 a 24 años utilizaban internet desde hace menos de cinco años. A nivel mundial, claro está, sin embargo, subsisten grandes disparidades.

El día a día

Los nativos digitales navegan en varias pantallas y están acostumbrados al “todo, ahora mismo, en todas partes”. Les resulta normal pagar mucho dinero por el último teléfono inteligente, pero también conseguir gratuitamente películas y música en internet.
Los códigos de los adultos les parecen desfasados, les gustan las marcas “rebeldes” y se informan, sobre todo, a través de las redes sociales, comprueban estudios realizados en Europa y Estados Unidos por grandes compañías, como BNP y Ford, que quieren entender a sus futuros clientes.

Esos jóvenes, de entre 13 y 20 años, se consideran abiertos de mente e innovadores, pero reconocen que son impacientes y testarudos. En ese sentido, adoptan las modas que se propagan por internet en todo el planeta, desde los taquillazos norteamericanos como “Los juegos del hambre” hasta el K-Pop coreano. Su vocabulario está lleno de acrónimos y de anglicismos y sus ídolos son estrellas de internet, como el sueco PewDiePie, comentarista de videojuegos que tiene más de 30 millones de seguidores en YouTube.

Incidencia de las redes sociales

Para estos niños y jóvenes acostumbrados al relacionamiento virtual, los amigos de las redes sociales son tan importantes como los de la vida real y a veces acaban conociéndose en persona. Desde los 16 años, incluso antes, frecuentan las páginas de contactos, y más de la mitad de los Z considera que la auténtica vida social transcurre en las redes sociales, donde el 84% tiene una cuenta registrada, según una encuesta de la agencia estadounidense JWT. Claro y alarmante resulta que para ellos es más sencillo chatear que hablar.

Autoaprendizaje

La diferencia generacional con padres e incluso hermanos hace que los Z hayan adquirido nuevos métodos de aprendizaje en lo que refiere al mundo tecnológico. Sus padres no les podían ayudar con software y nuevos artefactos, así que los videos tutoriales de Youtube se volvieron ayuda y motivo de ser autodidactas. El auto aprendizaje permanente es moneda corriente y se ha extendido a otras áreas, ocurriendo que el estudio muchas veces pasa por videos y por ello reclama lo audiovisual en procesos educativos.
Estos jóvenes han visto caducar varias tecnologías como los viejos reproductores de vídeo, relegados al mundo de las reliquias junto a las radios, los CD o DVD, y ahora advierten todo se hace en la red donde ven cualquier cosa, incluidas la violencia y la pornografía.

La importancia de participar

La generación Z pasa más de tres horas diarias ante sus pantallas, según el gabinete norteamericano de estudios Sparks and Honey. Padecen “FOMO” (“Fear of Missing Out”), el miedo a perderse algo, y odian la idea de no estar conectados.

De esa forma, no les basta con consumir series y películas, quieren participar, crear su canal en YouTube o sus blogs de vídeo. Algunos adolescentes se volvieron famosos de esta manera, como el joven humorista estadounidense “Fred” (Lucas Cruikshan).

Con el mismo sentido, están en varias redes sociales, como Facebook, Instagram, Snapchat, Twitter o Tumblr. Además, la mayoría navega por internet mientras ve la televisión y piensa que la tecnología lo hace todo posible. Su atención es breve, más que leer, escanean, lo que a veces provoca respuestas y conocimientos superficiales, y por supuesto, demanda nuevos métodos de enseñanza y maneras de enseñar que contemplen estas nuevas peculiaridades.

¿Cómo educar un cerebro hiper-conectado?

Olivier Houdé, director del laboratorio de psicología del desarrollo y educación infantil del CNRS-La Sorbonne y autor del libro “Aprender a resistir”, dijo a la Agencia France Presse que el cerebro de los niños nacidos en la era digital es el mismo, pero los circuitos utilizados cambian. De esa forma, frente a las pantallas, y en la vida en general, los nativos digitales tienen una especie de tren de alta velocidad cerebral que va del ojo al pulgar.

A nivel científico, el citado profesor indicó que la generación Z utiliza sobre todo una zona del cerebro, el córtex prefrontal, para mejorar esa rapidez de decisión y de adaptación multitarea, ligadas a las emociones. Si bien suena adelantado, es importante saber que eso se hace en detrimento de otra función de esta zona, más lenta, referida al distanciamiento, la síntesis personal y la
resistencia cognitiva.

¿A qué se refiere con ello? Según explicó, hay tres sistemas en el cerebro humano. Uno es rápido, automático e intuitivo, altamente requerido en el uso de pantallas. El otro es más lento, lógico y reflexivo. Un tercer sistema en el córtex prefrontal permite arbitrar entre los dos primeros: el corazón de la inteligencia. Permite inhibir los automatismos del pensamiento cuando se hace necesaria la aplicación de la lógica o de la moral. Es la resistencia cognitiva. Inhibir, es resistir. “Los nativos digitales deben reaprender a resistir para pensar mejor”, afirmó al respecto.

El aterrizaje de lo dicho implica que a la luz de un mundo rápido, automático e intuitivo, la educación debe pasar por la lógica y la reflexión. “Es lo que yo llamo ‘aprender a resistir’, una pedagogía del control cognitivo. Nosotros lo hemos demostrado en el laboratorio, pero aún falta por demostrar sus aplicaciones en la escuela. Es útil para el razonamiento, la categorización pero también la lectura, las matemáticas y como factor de tolerancia”, apuntó Houdé.

De esta forma, el nativo digital ver mermadas sus capacidades en la inteligencia interpersonal: la capacidad de callar su propio punto de vista para favorecer el del otro. “Educar el cerebro es enseñarle a resistir a su propia sinrazón. Un verdadero desafío para las ciencias cognitivas y para la sociedad actual”, añadió el investigador.

Los Z frente al mundo laboral

Entre el 50 y el 72% de estos jóvenes quieren crear su start-up, según distintos sondeos. La palabra “empresa” evoca nociones muy negativas: “complicada”, “despiadada”, “una jungla”.

Para triunfar, confían en su “red” de contactos antes que en los diplomas, y prefieren una organización horizontal antes que una jerarquía. En esta generación que quiere realizarse, al 76% le gustaría convertir su hobby en su trabajo.

Hijos de la crisis, tienen criterios muy definidos respecto a sus elecciones profesionales. En Francia, a salario igual, el 25% elegiría la empresa más divertida, el 22%, la más innovadora y el 21%, la más ética.

Deseosos de tener un impacto en el mundo, les gusta el voluntariado, que practica una cuarta parte de los jóvenes entre 16 y 19 años en Estados Unidos.

La mayoría de los Z se consideran “estresados” por el futuro, que se les antoja sombrío, sobre todo para el medioambiente y la economía.

Japón: 60% de adolescentes adictos a Internet

Según una investigación del gobierno de Japón de 2013, el 60% de los alumnos de secundaria, que han tenido contacto con el mundo digital desde una edad muy temprana, mostraban señales fuertes de adicción a internet, cuando se ha disparado el uso de la red y se han multiplicado las pantallas.

El problema preocupa a los profesionales de la salud. Estas prácticas tienen un impacto neurológico comparable al de la dependencia del alcohol o de la cocaína, según reveló un reciente estudio del centro de investigación sobre salud mental de Shanghai, que analizó datos cerebrales de jóvenes tecnoadictos. E incluso se ha creado una especialidad para desenganchar a los jóvenes de este opio digital.

La dependencia es más difícil de detectar. Con los ‘smartphones’, ya no es necesario encerrarse en una habitación como para acceder a un ordenador. Así que resulta más difícil darse cuenta de que alguien tiene un problema. El número de casos tratados por este especialista se triplicaron entre 2007 y 2013.

Fuente: www.republica.com.uy

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