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«Pido cancha para cantar tango»

Tango, milonga y candombe es el mejor disco que publicó Ruben Rada en la última década. Un material doble que muestra lo más visceral del artista, y que con acierto le hace un lugar entre los intérpretes pasionales del tango rioplatense.

Después de Quién va a cantar y Alegre Caballero, dos álbumes producidos por Cachorro López que explotaron al máximo el perfil más comercial de Ruben Rada, el artista atravesó una década de búsqueda constante y de experimentación en los extremos.

Así como publicó un disco instrumental y de perfil jazzero como Confidence (la última grabación en la que participó Osvaldo Fattoruso), también se dio el gusto de versionar clásicos de autores amigos del Río de la Plata, priorizando su gran capacidad como intérprete en Fan y de meterse hasta el cuello en las inciertas aguas del pop en Amoroso pop (título que en Argentina le valió un premio Gardel y en Uruguay unas 3.000 copias vendidas, a pesar de no haber ganado tanta popularidad como otros de sus lanzamientos). Mientras, se aburrió del Rada más comercial y recurrió a su álter ego Richie Silver, para años después declarar que tenía ganas de tocar sólo por placer y de bajarse de la dinámica marketinera de la industria.

En Tango, milonga y candombe, en cambio, hay un reencuentro entre el músico y su parte más visceral. Es un disco doble bien resuelto, grabado en el estudio que fundó junto al tecladista Gustavo Montemurro, y que recoge lo mejor del repertorio ya fogueado en vivo en los espectáculos con el mismo nombre que ofreció en la Zavala Muniz y en la sala grande del Teatro Solís. A su talento innato para el candombe se suma como valor agregado su genial expresividad (personalísima) para el tango y la milonga. Un gran acierto, muy valioso, que marca otro mojón en su carrera. Es de esos discos que son como la huella digital del artista. En eso nunca se equivocó su esposa, Patricia, quien —como reseña el propio Rada— siempre le dijo «¡dejate de jugar al pop y hacé lo que sabés, tango y candombe!».

Tal vez por eso ve este material como «una cuenta pendiente con Uruguay».

«A mí me tienen como el candombero pero nunca grabé un disco de candombe entero, salvo la experiencia de Pa los uruguayos que hice en Argentina con Litto Nebbia», dijo en entrevista con El País. «La cuenta pendiente del tango era conmigo mismo, porque siempre me gustó y buscaba el momento pero nunca llegaba».

Los antecedentes más claros son su versión de El día que me quieras en Montevideo y Cuesta abajo y Anclao en París en Candombe Jazz Tour.

«El tango es de los negros», subraya. «Viene de la palabra tangó con acento en la o y refiere a una reunión de negros. Se tocaba en Buenos Aires, La Plata, Montevideo y Rosario, en los cuatro puertos. Los negros venían como esclavos y algunos quedaban en las ciudades, mientras que a otros los mandaban a trabajar al campo o a las estancias. Los que quedaban en las ciudades se juntaban en los quilombos a hacer música y a encontrarse con las mujeres. El candombe es traído por los negros y la milonga es hija del candombe. Por eso pido cancha, porque nunca hubo negros cantantes de tangos, o yo no los conocí porque los mandaron a todos a la guerra del Paraguay».

Escoger el repertorio fue sencillo porque es «gardeliano a muerte» desde que en su casa de la infancia, a las siete de la mañana, todos los días despertaba con la radio en Clarín. «Elegí varios tangos de Gardel y le quise hacer un homenaje a Cacho Castaña, no porque esté mal de salud, sino porque hizo unos tangos divinos. Café la humedad lo hice al estilo Bajofondo, ¡pero a los músicos les dije que éramos Alto Frente!, (se ríe). Después está Gardenias, una habanera que termina con un arreglo piazzolesco», enumera. Uno de los puntos altos del álbum es cuando pone a dialogar a Alfredo Zitarrosa con Atahualpa Yupanqui en su sentida versión de Milonga para una niña que absorbe fragmentos de Los ejes de mi carreta.

Por otra parte, le dio tratamiento tanguero a Candombe para Gardel y tratamiento milonguero a Soy del Cuareim, otro candombe. «Este disco es un regalo para los que tienen mi edad o son más veteranos. En México Luis Miguel y Thalía han grabado rancheras, eso es para homenajear las raíces y hacer que no se pierdan. Acá cumplo con esa tarea. Me alegró saber que Ruben Blades también grabó un disco de tangos, ¡qué divino!», agregó Rada, diciendo que «es una música maravillosa que debe ser respetada y tocada tanto como la música clásica y el jazz».

Originalmente, la presentación del material iba a realizarse el 12 de noviembre en el Teatro El Galpón, pero decidió postergar el concierto para el 12 de marzo en el mismo escenario porque no quería competir con el balotaje.

«La gente está pendiente de quién va a gobernar, antes que de salir corriendo a comprar entradas, vi que a muchos espectáculos les fue mal y entiendo que todos están en otra cosa», dice. La idea de Rada es llevar los géneros que grabó por el mundo, especialmente a Europa: «Vamos a pelearla para tratar de mostrar la música típica del Uruguay. Por eso el disco se titula también Música negra del Río de la Plata, aunque podría haberle puesto blanca, porque hoy hay más blancos que negros tocando candombe y me parece bárbaro».
Músico e intérprete todoterreno

Rada abrió el juego y parece hacer equilibrio entre todas sus facetas musicales: el jazz, el pop, el candombe, el tango, la milonga. Por momentos más cerca de Cachorro López, por otros acariciando el vuelo de Opa. Él considera que es todo eso. «Tengo toda la música metida adentro», comenta. «Siempre le explico a la gente que con Manolo Guardia, Hugo Fattoruso, Eduardo Useta y una cantidad de músicos uruguayos trabajábamos en los bares y tocábamos canciones de Los Beatles, Jobim, Yupanqui, Ray Charles y de quien fuera. Este es un país colonizado musicalmente y la movida local empezó con Romeo Gavioli, Pedro Ferreira, el Kinto, Tótem y Los Shakers, pero muy tarde. El chachachá lo toqué toda la vida y lo aprendí mirando a Cantinflas, cuando bailaba y se le bajaba el pantalón. Igual que la salsa, los negros somos todos salseros».

Su idea es «continuar haciendo lo que siento y mostrando lo que soy, no tengo que ocultar que soy un músico de fusión».

En Tango, milonga y candombe hay 26 títulos, entre clásicos ajenos y composiciones propias. Dos discos fundamentales en la carrera del artista.

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