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Tratamiento para quienes aprietan y rechinan los dientes durante la noche

Se trata de bruxismo, un mal común que provoca diversas molestias y que en casos severos incluso puede modificar la apariencia del rostro.

¿Te despertás con dolor de cabeza o de cuello? ¿La articulación de tu mandíbula emite un sonido cuando la abrís? ¿Se te han fracturado dientes sin que recuerdes haber mordido algo duro? ¿Quién duerme a tu lado te ha dicho que tu dentadura suena durante la noche?

Si tu respuesta a alguna de estas preguntas es afirmativa, debés saber que lo más probable es que sufras de bruxismo, un mal bastante común y que se define como “los golpeteos o rechinar de los dientes de manera inconsciente y no funcional”, según explica la odontóloga Daniela Heran.

La especialista agrega que se trata de un fenómeno que se da más frecuentemente en el sueño -aunque también se puede presentar durante el día- y que puede tener dos orígenes. El primero es la inestabilidad oclusal o, en palabras simples, cuando no hay calce entre los dientes de arriba y abajo. «Tiene que haber un engranaje funcional entre los dientes superiores e inferiores, y a veces eso no está dado y genera algunas alteraciones como el bruxismo y desgaste dentario», señala Heran.

El segundo origen -y principal según la odontóloga- del rechinar de dientes, es el estrés emocional, el cual «influye en la función y actividad muscular, generando mayor tonicidad».

Y aunque por lo general las consecuencias del bruxismo se relacionan con dolor y molestias, en casos avanzados y de larga data puede haber un impacto estético directo. «Se pueden generar situaciones bastante severas. Hay pacientes que desgastan sus dientes de tal manera que el tercio inferior del rostro, que va desde donde se origina la nariz hasta el mentón, se ve perjudicado. Y eso estéticamente se ve muy feo, porque da una imagen de vejez y el mentón se va hacia adelante», explica la especialista.

Asimismo, al sonreír queda en evidencia la pérdida de la estructura dentaria, es decir, que los dientes han perdido tamaño, que las encías se han retraído o que hay piezas fracturadas.

Puede tratarse
Daniela Heran sostiene que existen varios tratamientos contra el bruxismo. El más común y el menos invasivo el conocido plano de relajación oclusal (protector de goma o de plástico), el cual si bien no evita el bruxismo, permite relajar la musculatura, proteger las estructuras dentarias y, por ende, la articulación. «Es un tratamiento reversible, que no es invasivo para el paciente, que tiene un valor accesible y que puede durar varios años», opina la odontóloga.

La especialista agrega que el tratamiento con plano de relajación oclusal es personalizado y debe ser controlado por un odontólogo para que el aparato sea adaptado a los cambios que experimenta la mordida en el tiempo. Por esto, no aconseja el uso de aquellos que se venden en farmacias y tiendas de artículos médicos, y que se ajustan a los dientes sumergiéndolos en agua caliente.

«El material con el que están fabricados es demasiado plástico, por lo cual la oclusión que pueden entregar durante la noche es nociva para la articulación porque no es estable», argumenta Heran.

También existen tratamientos oclusales irreversibles, entre ellos el desgaste de piezas dentarias para dar estabilidad a la mordida, la ortodoncia y hasta la cirugía en caso de que el paciente presente anomalías esqueletales.

En relación a las medidas de apoyo, éstas son bastante amplias y van desde el uso limitado de analgésicos, antiinflamatorios, ansiolíticos y relajantes musculares, hasta terapias físicas como acupuntura, termoterapia, kinesioterapia y fisioterapia.

Y, aunque no lo creas, las inyecciones de toxina botulínica también pueden ayudar. «Genera un bloqueo en la contracción muscular, en los puntos dolorosos, pero tiene una duración de entre tres y seis meses, y un costo bastante alto», señala Heran, quien aclara que si bien la toxina botulínica evita el bruxismo, no lo bloquea desde su origen.

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