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El cuento del tío: las estafas a uruguayos

En el policial argentino, Ricardo Darín se gana el pan abusando de la confianza ajena. Conoce todos los trucos y estafas para hacerse de dinero rápido. El “cuento del tío” también funciona en Uruguay, y bajo múltiples formas. Algunas más osadas que otras. Nueve son las trampas más comunes; hay claves para evitarlas.

 

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Cuenta la leyenda que a comienzos del siglo XX los inmigrantes de la región eran engañados por astutos estafadores. Solían escuchar que un tío lejano, en su país de origen, les había dejado una abultada herencia. El facilitador —o estafador— pedía una «ayuda» para costear el viaje, suma que, prometía, devolvería al llegar a Sudamérica. Pero ese viaje nunca se concretaba y el inmigrante perdía la plata. Así surgió la frase «el cuento del tío». Es una historia que, con modificaciones y medios más sofisticados, sigue haciendo de la confianza, la inocencia y la ambición los pilares fundamentales para delinquir. Solo el Departamento de Investigaciones de Delitos Financieros de la Policía uruguaya recibió 900 denuncias en los últimos cinco años por presuntas estafas. Aquí va una muestra de que aquella falsa herencia del tío está más vigente que nunca.

Estafa 1: mensaje con «premio».

Suena el celular dando aviso que llegó un mensaje de texto. «Usted ha ganado US$ 50 mil y una camioneta», debe comunicarse con determinado número de teléfono para concretar la recepción del premio. Sin pensarlo dos veces, el estafado disca a ese teléfono y desde el otro lado le explican, en buenos términos, en qué consistió el sorteo y que los premios serán transferidos mediante una prestigiosa firma internacional. Eso sí, aclara la voz desde el exterior, es necesario abonar unos US$ 100 para cubrir los gastos administrativos. La ingenuidad lleva a enviar el dinero y caer en la estafa.

La Policía uruguaya recibió al menos 24 denuncias en lo que va del año por historias similares a esta. Ninguno de los casos pudo ser aclarado, explica Sergio Fagúndez, subcomisario del Departamento de Investigaciones de Delitos Financieros, porque la operativa «está en el exterior».

Para no caer en esta trampa, aconseja el subcomisario, lo más sensato es recurrir al sentido común: «Si usted no participó en ese sorteo, es imposible que se haya ganado ese premio. Y si es un premio, no hay razón alguna para pagar gastos administrativos».

Estafa 2: clonación de tarjetas.

Cada $ 5 que un uruguayo pagaba con medios tradicionales el año pasado, $ 1 se hacía con medios electrónicos. A comienzos de este 2016 la relación se acotó a cuatro a uno y el Banco Central estima que seguirá estrechándose gracias al cobro de salarios con tarjeta de débito y el pago con esta modalidad en estaciones de servicio y taxis. De ahí que para los delincuentes el delito de clonación de tarjetas sea cada vez más tentador.

En lo que va del año, la Policía recibió 10 denuncias por presuntas clonaciones de tarjetas en cajeros automáticos. Y todas fueron aclaradas. Se trata de una estafa que tiene tres etapas, dice Fagúndez, y en la que suelen intervenir ciudadanos búlgaros, rumanos, franceses, y en menor cantidad personas de la región.

En una primera etapa, la banda delictiva coloca un chip en la ranura del cajero donde se inserta la tarjeta. Este aparato permite copiar la banda magnética que será replicada en otra tarjeta. A su vez, se instala una diminuta cámara que permite filmar el pin que digita el dueño de la tarjeta. En la segunda fase se concreta la clonación, regrabando la información magnética. Y en la tercera se saca el dinero en cualquier cajero del mundo.

Más allá de que los bancos tienen sus propias medidas de seguridad, Fagúndez aconseja tapar con una mano el teclado cuando se digita el pin y palpar la ranura de la tarjeta o bien el protector del teclado para reconocer cualquier anomalía o detectar piezas sueltas.

Estafa 3: casa robada.

Dice ser un abogado o escribano y ofrece una vivienda social a personas elegidas previamente. Presenta un proyecto que parece real y cuenta que se necesitan más personas para llevarlo a cabo. A veces incluso cuenta con el apoyo de un supuesto arquitecto, y después de varias reuniones y negociaciones prolongadas pide una seña, que puede ir entre los $ 30.000 y $ 50.000 en efectivo. Para cuando la víctima se da cuenta, ya es demasiado tarde. La persona desaparece o afirma que nunca recibió tal pago. Aunque no es de las más frecuentes, esta estafa sigue ocurriendo, así como también la venta de propiedades sin los títulos correctos o directamente falsificados, lo que termina generando un problema al comprador. En algunos casos se venden casas a un precio bajo con la excusa de que es una vivienda embargada, cuando en realidad están vacías por el fallecimiento de un dueño pero no son propiedad de quien las ofrece.

Para evitar caer en este tipo de estafas, el comisario y jefe de Investigaciones de la Zona II de Montevideo, Germán Suárez, recomienda siempre contar con un escribano de confianza y verificar con el Ministerio de Vivienda en caso de ser necesario. La solicitud de un pago en efectivo debería ser alarma suficiente, además, de que la situación no es legítima.

Estafa 4: visita de un pariente.

Es la versión moderna del origen del «cuento del tío». El «heredero» recibe una llamada telefónica que le informa que un familiar de Estados Unidos o Europa —suelen ser estos lugares— está en camino a Uruguay. El estafador estudió previamente a su víctima y le da algunos datos claves para generar confianza, como nombrar a otro familiar. Al día siguiente el presunto heredero recibe una segunda llamada diciendo que su pariente hizo escala en México, traía una valija con miles de dólares que no declaró y que la Policía lo detuvo. En esa llamada de «rescate» se piden entre US$ 1.000 y US$ 5.000 para pagar la fianza, cifra que debe ser depositada en la cuenta de un aduanero mexicano. La promesa siempre es que, a su llegada a Uruguay, el familiar devolverá lo prestado y le dará otro poco en agradecimiento.

Como esta historia, la Policía local recibe unas 30 denuncias al año. El estafado suele darse cuenta que fue engañado cuando comenta lo que hizo con sus familiares, o bien decide llamar a sus verdaderos parientes en el exterior. Este paso, básico, es para Fagúndez «la mejor forma de prevención».

Estafa 5: el descuidador.

Las personas mayores o aquellas que padecen alguna enfermedad son muchas veces el blanco de estafas en las que el delincuente se aprovecha de su vulnerabilidad para robarles dinero. Una modalidad frecuente implica el uso de tarjetas de crédito y débito por parte de personas a las que se contrata como forma de ayuda. Dado que a veces puede ocurrir que los ancianos tengan dificultad para usar los cajeros automáticos, el delincuente puede aprovechar esta ventaja para ofrecer ayuda y, una vez que tiene los datos de la tarjeta, realizar extracciones en cajeros o compras con tarjetas de crédito. También ocurre que los «cuidadores» pidan a la persona que retire un préstamo para ellos y que luego desaparezcan con el dinero, o que tomen su documentación y lo soliciten en casas de préstamos que no toman los recaudos suficientes. «Es fácil para nosotros llegar a aclarar esos casos porque uno pide levantamiento de secreto bancario o el acceso a filmaciones», explica Suárez. De todas formas, la clave en estos casos es tener precaución, y si una persona no puede manejar sus propias cuentas, que lo haga alguien de confianza o un familiar.

Estafa 6: la importación China.

Una empresa establecida en Uruguay negocia con un proveedor extranjero vía correo electrónico. La compañía del exterior es verdadera y suele estar afincada en China u otro país asiático. Tras el intercambio de correos acuerdan el envío de un cargamento de mercadería, por ejemplo de calzado. En el acuerdo establecieron que la empresa uruguaya giraba un 30% de la compra y el resto lo pagaba una vez que el cargamento llegara a puerto. A los pocos días, un estafador se mete en la conversación y se hace pasar por un representante de la compañía asiática. Usa un correo muy similar al original, apenas modifica un carácter, o bien hackea la casilla. Al entrar en la conversación ya conoce las fechas, los productos y otros datos que permiten darle facilidad para convencer. Es así que avisa que por «una auditoría» la empresa cambió de banco y que el giro debe enviarse a una nueva cuenta. Aclara que la mercadería ya está en camino, pero nunca llega.

De este tipo la Policía recepcionó 15 denuncias en 2015. El consejo es procurar una llamada telefónica o una videoconferencia con la empresa proveedora si es que hay cambios de operativa. Puede que el cambio de banco no llame la atención, porque «es frecuente en empresas asiáticas», pero se comprueba con una sola llamada, indica Fagúndez.

Estafa 7: amor cibernético.

Todo comienza como cualquier relación entre dos desconocidos, pero en lugar de ocurrir en un boliche, se produce en las redes sociales. El estafador se hace pasar por alguien del sexo opuesto al estafado, salvo que sea una red gay. Con el correr de las conversaciones va generando confianza y constata la necesidad que tiene su estafado de encontrar pareja. Intercambian fotos, el estafador envía imágenes truchas, y al tiempo le dice que quiere venir a Uruguay. Para concretar el viaje necesita un préstamo. Y como «el amor mueve montañas», el estafado accede.

«Son cifras que no suelen superar los US$ 500», cuenta Fagúndez. Pero la Policía recibe al menos dos denuncias de este tipo por mes. «Estimamos que hay muchos más casos que no denuncian por vergüenza», concluye.

Estafa 8: préstamo que no llega.

Una decena de las denuncias que recibió la Policía en el último año y medio fueron por «falsas empresas prestamistas» que operan por internet. Son compañías que hacen publicidad por la red, que tienen su cuenta bancaria y número de teléfono, pero que en el fondo «son organizaciones criminales», explica Fagúndez. Como cualquier prestamista ofrece dinero, pero pide un adelanto para gastos administrativos. Esos gastos varían entre los US$ 75 y los US$ 1.000. Cuando concretan algunas acciones fraudulentas cierran esa operativa y abren una nueva, con otro nombre, logo y cuenta. «Por ahora solo se detectaron delincuentes del exterior», dice el subcomisario. «Uruguayos solo hemos encontrado dos comprando paquetes de internet con información de tarjetas, una versión de mercado negro de tarjetas en la red». Ambos fueron procesados con prisión el año pasado.

Estafa 9: identidad cambiada.

A la hora de comprar un auto, más allá de los títulos y libreta de propiedad, es importante chequear que los números de serie del chasis y del motor sean correctos. En algunos modelos de coches —especialmente los más antiguos— estos números se colocan sobre una placa metálica o grabado sobre el material, y ha habido casos en que se reemplaza el código para vender un auto robado como si fuera uno usado.

Con títulos muy bien falsificados, la única forma de evitar caer en un engaño es concurrir a un perito automotriz para verificar el origen del vehículo. Esta estafa tiene un doble riesgo, ya que la víctima puede ser acusada de delito de receptación, es decir, apropiación de un bien robado.

Cuando lo barato termina saliendo más caro.

En las ventas a través de sitios de comercio online los engaños están a la orden del día. La primera alerta, indica el jefe de Investigaciones de la Zona II de Montevideo, Germán Suárez, es cuando los objetos tienen un precio muy menor al de mercado. Esta regla también corre para negocios informales y ferias. Además hay que prestar atención a quienes solicitan giros por ubicarse en departamentos del interior y nunca entregar dinero sin tener el producto a la vista o en las manos. «Hay que tener especial cuidado con el cuento famoso de me voy del país, vendo todo. Eso es una historia muy gastada y la gente sigue cayendo», sostiene Suárez.

Fuente: El Pais

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