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Emociones: Diego Godín y su gente

El zaguero celeste Diego Godín fue engañado a grabar un aviso de Ovación. Para su sorpresa, allí estaban amigos y familiares.

Los futbolistas celestes juegan en el exterior. Muy lejos de sus afectos, del lugar donde crecieron, de sus amigos. Son muy pocos los días al año que pueden disfrutar con su familia, porque cuando vienen a Uruguay, por ejemplo para preparar un partido de Eliminatorias, van derecho del aeropuerto al Complejo Celeste.

Por eso a la agencia de publicidad Punto, concretamente al equipo de creativos dirigido por Dominique Sarries, no se le ocurrió mejor idea que reunir a un futbolista de la selección con sus amigos y familiares para un aviso de Ovación. El elegido fue Diego Godín, que nunca había realizado una publicidad. El anuncio se realizó un par de días antes de que la selección viajara hacia Brasil.

Se le dijo al zaguero, reciente campeón de la Liga española con Atlético de Madrid y baluarte en la selección uruguaya, que iba a grabar una publicidad para Ovación en la que se enfrentaría a una conferencia de prensa en la que en lugar de periodistas habría hinchas y que le iban a preguntar cosas graciosas, como por ejemplo, si iba a traer garotos desde Brasil.

Paralelamente, en su Rosario natal, en la puerta del club Estudiantes, donde Godín inició su carrera futbolística, un cartel anunciaba que saldría un ómnibus para Montevideo para darle una sorpresa a Diego. «A las 12 horas sale el ómnibus para el homenaje a nuestro Diego Godín», se leía en un pizarrón. Tíos, primos, amigos del baby fútbol, compañeros de escuela, vecinos, todos se subieron al ómnibus y recorrieron cantando los 133 kilómetros que separan a Rosario de la capital.
Sorpresa.

Luego, en el club de pesca Montevideo, esperaron que llegara el futbolista «engañado» a grabar el aviso. En el jardín del fondo, cerca del mar una enorme pancarta rezaba: «¡Gracias por llenarnos de orgullo, Diego!». El lugar estaba decorado con banderas de Uruguay y globos celestes. En la mesa esperaba una suculenta merienda que el defensa compartiría un rato más tarde con su gente.

Godín llegó al club de pesca acompañado por su hermana Lucía y su novia, Sofía. Ingresó al lugar y como las ventanas estaban tapadas con papeles blancos nunca pudo ver lo que le esperaba afuera. Saludó uno por uno a los productores y camarógrafos de la productora Indias, encargada de llevar adelante el aviso.

Le hicieron elegir el vestuario y maquillarse para la supuesta conferencia de prensa. Tomó una camisa y le dijeron en broma «no, esa es para cuando ya seas director técnico». Le pusieron el micrófono mientras le explicaban cómo sería el aviso. «Esto es fácil, vos tenés que hacer de vos mismo. Y la gente va a hacerte preguntas. Cuanto más natural mejor». Pero Diego parecía nervioso. Salvo alguna pieza institucional que hizo en España junto a sus compañeros del «Aleti», nunca había grabado un comercial. «Esperen que todavía no me aprendí lo que tengo que decir», pedía.

Cuando al final salió pensando encontrarse con la conferencia de prensa, saludó con la mano a los presentes y en un principio, quizás por los nervios, no se dio cuenta que los que corrían hacia él para abrazarlo eran sus seres más queridos. «¡Pero están todos acá!», se sorprendió al ver que todos eran caras conocidas. Y emocionado comenzó a pasar de abrazo en abrazo, y de beso en beso. «No sabía nada de esto», agregó.

Estaban todos, la tía Olga, en cuya peluquería trabajaba Iris, la mamá de Diego cuando él era niño. El tío Walter que lo llevaba al baby fútbol y el primo Pablo que lo acompañó en sus primeros pasos en Montevideo. Los vecinos, sus amigos de la niñez y del fútbol. Los de la escuela, el liceo y el club Estudiantes donde se crió. Godín los abrazaba y la sonrisa no cabía en su rostro. «Pero estás maquilladito y todo», lo embromaban sus amigos.

Godín respiró. No tenía que aprenderse ningún parlamento para su primer aviso publicitario, simplemente disfrutar de sus seres más queridos. Porque como dice el aviso: «Entendemos la emoción de los protagonistas. Entendemos la pasión de los hinchas».

OVACIÓN EL PAÍS

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