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«Guti» ingresó en la historia

A los 68’ y 0-1, el DT apostó todas sus fichas a ganador; recurrió a la doble M y la movida le salió perfecta.

El marcador adverso. La necesidad de ganar, aunque ya lo había intentado con sus mejores argumentos. La sensación de que otra vez Nacional no podía derrotar a su eterno rival, por cuarto clásico consecutivo.

La obligación de dar vuelta el 0-1, más por el honor que por los puntos, porque la diferencia en la tabla del Apertura lo hacía inalcanzable de todas formas. Porque Pacheco había cortado una racha de 700 minutos sin goles en el arco de Munúa.

El partido había llegado al punto en el que debía manejar el plan B, según reconocería tras el triunfo. Por esa razón allá, a los 68’, saltaron a la cancha Álvaro Recoba, Sebastián Fernández y Sebastián Taborda, la experiencia en su máxima expresión, para ocupar el lugar de un defensa, un volante y un delantero.

De esa forma, el planteamiento táctico de los tricolores pasaba del 4-2-3-1, tradicional y ajustado a las necesidades del arranque, cambiaron por el arriesgadísimo 3-2-3-2. Por delante tenía 22 minutos para la hazaña o quedar en ridículo.

Por esa razón, la asociación de ideas quedó ligada a dos desenlaces sin término medio. Porque con un Peñarol que iba a tener espacios para correr y con Jonathan Rodríguez, especialista en el rubro, los aurinegros imaginaron que iban por otra goleada clásica. Los de Nacional, con el corazón en la garganta, esperaron la remontada.

Entonces, en esos puños apretados de Gutiérrez, que no suele ser muy expresivo. En esa boca llena de gol como nunca, el técnico fue una de las imágenes del clásico. Y así como en los orígenes del fútbol, los escoceses impusieron la táctica WM (3-2-2-3) como una fórmula ganadora; desde ayer, Gutiérrez patentó la doble M (2-3-2-3) para ganar el partido más importante del fútbol uruguayo. Y ya se metió en la historia.

EL PAÍS

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