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Bajó la fecundidad en Uruguay

La fecundidad en el Uruguay ha descendido entre 1996 y 2011, con una paridez media actual de 2,5 hijos por mujer en edad reproductiva. Este descenso abarca todo el territorio y distintos niveles socioeconómicos, aunque es más marcado entre las montevideanas.

Las conclusiones surgen de la presentación del tercer Atlas Sociodemográfico y de la Desigualdad del Uruguay que tuvo lugar este miércoles 12. En dicho fascículo se analizan los datos más recientes sobre los niveles de fecundidad en el país, tomados del Censo 2011 y comparados con cifras de 1996. Las autoridades remarcaron la «correlación existente entre fecundidad, desigualdad social y carencias críticas».

Aunque la Tasa Global de Fecundidad (TGF)* del país se ubica en 1,93 hijos por mujer -de acuerdo a datos preliminares del Censo de Población 2011-, la tasa de fecundidad adolescente (mujeres entre 15 y 19 años) no ha disminuido tanto respecto a mediciones anteriores y sigue concentrada en aquellas jóvenes que viven en hogares en situación de carencias críticas y con un bajo nivel educativo.

Mientras que en 1996 la fecundidad adolescente era del 14% y en 2011 bajó a un 10%, el promedio de embarazo adolescente sigue siendo alto en nuestro país, apenas por debajo de otros países de América Latina como Costa Rica (11,1%), Brasil (11,8%) y México (12,4%).

Ante esta «resistencia» a la baja de la fecundidad adolescente, el estudio presentado este miércoles por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y el Instituto de Economía (Iecon), plantea que al momento de diseñar políticas que atiendan a los derechos de las adolescentes «es necesario atender estos aspectos estructurales, así como las carencias en salud sexual y reproductiva (SSR) y las persistentes desigualdades de género, promotoras de relaciones afectivas inequitativas, que dificultan la consecución plena de los derechos sexuales y reproductivos». Un exhorto similar al señalado por la UNESCO en el informe de SITEAL publicado este martes en Uypress.

Los niveles más altos de fecundidad mantienen una continuidad en Uruguay respecto a estudios anteriores, en aquellos sectores con más Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), así como en los departamentos del Centro y Norte del país, y en los barrios de la periferia de Montevideo.

Aunque se registra un descenso del 22% (1996) al 15% (2011) de embarazos adolescentes en departamentos como Artigas y Río Negro, el promedio sigue siendo elevado para la media nacional.

Los departamentos con mayor descenso de fecundidad adolescente (reducciones de casi 50%) son Rocha, Lavalleja y Flores; mientras que Artigas, Canelones, Cerro Largo, Florida, Maldonado, Rivera, Soriano y tacuarembó también muestrasn caídas relevantes de entre 33% y 40%. En el resto de los departamentos descendió un 20%.

Carmen Varela Petito, una de las autoras del fascículo 3 del Atlas Sociodemográfico presentado este miércoles 12, subrayó durante el análisis de estas cifras que la educación «es el mayor indicador en el comportamiento reproductivo de las mujeres»: a menor nivel educativo, mayores probabilidades de llevar adelante un embarazo adolescente. Y añadió que, si bien la educación interviene en «posponer embarazos», esto no quita que se registren embarazos no deseados en otros estratos sociales con menos NBI.

Respecto a los niveles educativos alcanzados y su incidencia en la presencia o no de embarazos adolescentes, Varela detalló que una de cada cuatro adolescentes (10%) cuya formación no supera el primer ciclo (seis años de estudios), es madre; mientras que, entre quienes tienen más de nueve años de educación formal o no formal, el porcentaje no supera el 2,5%.

Asimismo, aunque los porcentajes de embarazos adolescentes han disminuido, acompañando la tendencia en otras edades reproductivas -como hacia el final de la juventud (34 años) o final de la etapa reproductiva (49 años)- Varela destacó la clara distribución de estos embarazos según la ubicación territorial.

En el caso de Montevideo, aunque es el departamento con la paridez media más baja a nivel nacional -2,1 hijos por mujer en paridez media final- hay un 24% de madres adolescentes en los barrios del «cinturón» de la ciudad, mientras que en Pocitos, Punta Carretas, Malvín o Carrasco bajaron a entre 4 y casi 0%. Inclusive en barrios como Casabó o Casavalle, si bien dismuyeron las cifras, los porcentajes se mantienen altos (17%).

A su vez, el porcentaje de madres adolescentes difiere según ascendencia étnico-racial y estas diferencias se dan en todos los departamentos, aunque las brechas entre mujeres afro y no afro llegan a superar los cinco puntos en Rocha, Flores, Soriano y Salto.

«La fecundidad adolescente no es sino otra cara de estas inequidades y está altamente asociada a la escasa capacidad de elección entre proyectos de vida alternativos», sostenía Varela en una publicación de su autoría («Maternidad adolescente en el Uruguay: ¿transición anticipada y precaria a la adultez?») realizado en 2011.

El análisis de la paridez media final, es decir en las mujeres de 45 a 49 años, permite conocer con cuántos hijos en promedio culminan las uruguayas su vida reproductiva.

En este sentido, Artigas presenta la reducción más importante del país en este período intercensal (17,7%) al pasar de 3,5 hjios a 2,9. Mientras que en Montevideo la paridez media final es de 2,1 hijos, cifra algo ajustada para el reemplazo poblacional; en Maldonado y Rocha la fecundidad es de 2,5 hijos por mujer.

Esto demuestra que, así como descendió la fecundidad al Norte del país, con tasas que en 1996 iban entre 2,8 y 5,2 hijos por mujer, en el caso de la región Sur sigue habiendo un patrón de fecundidad bajo (que llegó a 1,2 hijos por mujer en 1996).

En el caso de las mujeres de hasta 34 años se registra una media de 1,4 hijos para las montevideanas (el valor más bajo del país); 1,8 hijos para las mujeres de Canelones, Maldonado, Rocha y Colonia, y 2,7 hijos en la mayoría de los departamentos restantes. Estos bajos niveles de parideces medias acumuladas entre los 19 y 34 años están vinculados a las «postergación de la maternidad para edades más tardías», señala el estudio como posibilidad, y una «recuperación del ‘tiempo perdido’ de la reproducción» que se registra en los años siguientes.

A su vez, en todo el país, las mujeres de hogares con más NBI han tenido mayor cantidad de hijos al llegar a los 45-49 años. «La relación es tan consistente como la que existe entre fecundidad y educación, pero en este caso se observan diferencias más extremas», señala el documento.

Por ejemplo, las mujeres que viven en higares con dos o más NBI en Río Negro tienen una paridez media final de 5 hijos, un valor muy alto para un país de fecundidad baja como Uruguay. Las mujeres en esta misma situación en departamentos del litoral, como Salto, Paysandú y Soriano, tienen cifras cercanas a los 5 hijos, mientras que las mujeres que viven en hogares con Necesidades Básicas Satisfechas (NBS) y residen en Montevideo muestran una paridez media final de 1,85 hijos, es decir, por debajo de la media.

No vamos a extinguirnos

Así como Varela sentenció que «no es cierto que no nos reproduzcamos» y recordó que aunque la fecundidad en Uruguay «es baja hace rato», esto no significa que vayamos a «extinguirnos», el subdirector de la OPP, Jerónimo Roca, sostuvo que «el crecimiento de la población de Uruguay será moderado, pero no está en riesgo», y puso énfasis en pensar desde ahora políticas de fecundidad porque «cada niño es un tesoro».

En este sentido, valoró los avances que han supuesto hasta ahora programas que abordan los cuidados de la Primera Infancia, como el Uruguay Crece Contigo (UCC).

A la vez que expresó que «no se puede perder ni un solo niño», Roca dijo que el envejecimiento poblacional «va a traer problemas» si no se piensan a tiempo políticas demográficas y previsionales, considerando la tendencia descendente de la fecundidad, más el aumento de la expectativa de vida en nuestro país. Ambos factores «van a cambiar la relación de activos y pasivos», aunque resaltó que este no es un problema que esté «a la vuelta de la esquina».

El jerarca también enfatizó que «hay un universo imaginario que establece que las mujeres quieren tener muchos hijos, cuando el Censo nos demuestra que una amplia mayoría de ellas no quieren tener más de dos» y llamó a respetar el derecho de las mujeres a «decidir ser madres», a la edad que se estime pertinente, tal como recuerda el Atlas, que es un derecho de las mujeres la posibilidad de postergar la maternidad y priorizar otros proyectos en una etapa temprana de la vida.

El énfasis en el derecho a decidir fue remarcado por el ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, quien retomó las conclusiones del documento, donde se establece que ya no cabe preguntarse «cuántos hijos debieran tener las mujeres» en Uruguay, sino preguntarse ¿cómo valorar los diferenciales de fecundidad, según la correlación existente entre «fecundidad, desigualdad social y carencias críticas» de la población.

«Adoptar el marco de Derechos Sexuales y Reproductivos implica asumir que cada mujer debe tener los hijos que desee, cuando los desee», señala el informe, que a su vez propone «pensar en programas y políticas públicas que garanticen la igualdad en el desarrollo de los niños (y sus padres y sus madres) en el contexto de este Uruguay dual, con patrones tan diferentes de comportamiento reproductivo».

Olesker consideró que es el momento de «romper mitos» respecto al bajo o nulo crecimiento de la población en Uruguay; descartó llevar adelante «políticas de estímulos de natalidad» porque éstas «no funcionan» y «sólo profundizan más la brecha entre los sectores más y menos vulnerables».

Por ello puntualizó como líneas claves a seguir: un posible -solo deseable, por el momento- aumento de la Asignación por Hijo; la implementación del Sistema Nacional de Cuidados, y ofrecer becas para estimular a las mujeres jóvenes a continuar estudiando y trabajando y desestimular una maternidad adolescente.

«Para que el niño con cinco hermanos, nacido en un hogar con NBI del interior del país tenga las mismas oportunidades que el hijo único nacido en un barrio de la costa de Montevideo, es necesaria la intervención estatal a varios niveles», concluye el documento.

Faltó algo

Presente en el lanzamiento del Atlas, la titular de Mujer y Salud en Uruguay (MYSU), Lilián Abracinskas, fue consultada por Uypress y criticó que las autoridades no hayan analizado el descenso en la fecundidad en el país con la evolución de la autonomía de las mujeres y su acceso a estudios terciarios .

«Considero que faltó una mayor profundidad en el análisis de por qué va bajando la fecundidad y cruzarlo sobre cómo va creciendo la tasa femenina en estudios terciarios», expresó la activista.

«El mejor método anticonceptivo para las mujeres es tener otros proyectos de vida», añadió y consideró que falta comprender «cómo la fecundidad evoluciona en relación a cómo evoluciona el ejercicio de derecho por parte de las mujeres, siendo que, en el mundo, el indicador de la baja de fecundidad y de derecho de las mujeres a decidir sobre cantidad y espaciamiento de tener sus hijos es un indicador de desarrollo», sentenció.

*TGF: es el número de hijos que en promedio tendría cada mujer de una cohorte hipotética de mujeres que cumpliera con dos condiciones: a) que durante su período fértil tenga sus hijos de acierdo a las tasas de fecundidad por edad de la población en estudio y b) que no estuviera expuesta a riesgo de mortalidad desde su nacimiento hasta el término de su período fértil.

UYPRESS

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