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Caen 4 sicarios sospechosos de 17 crímenes

El "Rey", el "Sebita", el "Dibu", "Aron" y el "Purri" son los integrantes de una banda de sicarios que asoló la zona de Casabó. Mencionados en 17 crímenes por encargo, cuatro de ellos fueron arrestados. Una niña de corta edad fue la última víctima.

El primer integrante de la gavilla, capturado el martes 9 por investigadores de Homicidios de la Zona III, es apodado «el Rey», un joven de 21 años adicto a las drogas. Fue vinculado a diez homicidios por encargo de dueños de «bocas» de drogas de Casabó.

Ayer cayeron el «Sebita», el «Purri» y «Aron», un menor de edad. La Policía sindica a dos de ellos de haber disparado contra un muchacho que estuvo días internado.

El «Dibu», hermano de «el Rey», permanece prófugo.

Hace más de un año que investigadores policiales estaban detrás de los pasos de «el Rey». Se trata de un joven que no aparenta, por su rostro imberbe, tener más de 15 años. Sin embargo, había generado el terror en el Casabó y nadie quería testificar en su contra. Por eso no tenía antecedentes penales.

No opera como un sicario profesional según el molde de las películas. «El Rey» y sus secuaces se venden por algo de droga —la utilizan para darse coraje— y dinero. Tras acordar el precio, le entregan un arma, generalmente robada. «El Rey» contrata a algún amigo para que le maneje la moto, el mejor medio de locomoción para escapar de la escena.

«El Rey», quien fue procesado por primera vez el miércoles 10 por la jueza Graciela Eustachio, cayó porque una semana atrás hirió a una niña de 4 años en el abdomen, en un intento de ajuste de cuentas.

Herir a una pequeña no se perdona y, por eso, varios vecinos se animaron por primera vez a testificar en su contra.

A las 14:20 horas del 6 de diciembre, «el Rey» y «Sebita» se dirigieron al pasaje La Vía y la esquina con Carlos María Ramírez (Casabó) en una moto, a hacer un «trabajo». «El Rey» iba como acompañante, según documentos judiciales a los que tuvo acceso El País.

En esa esquina divisaron a V.M.M.Ch., de 14 años, quien charlaba con otros amigos frente a un pequeño almacén.

Al verlo, «el Rey» y el «Sebita» se colocaron capuchas. El sicario disparó dos tiros, supuestamente con una pistola 9 milímetros. En el mismo instante, salió de uno de los pasajes la niña A.R.G., de 4 años, a hablar con su padre que estaba en la vereda. Una bala rebotó e hirió a la niña en el abdomen.

Desde el asiento trasero de la moto, «el Rey» realizó otros disparos. Uno de ellos impactó en el codo y el otro en el talón de la pierna izquierda del adolescente. La víctima tiene anotaciones como menor por hurtos y adeuda sumas de dinero a varias «bocas» de drogas de Casabó, según afirmaron fuentes policiales a El País.

En sus declaraciones en la sede penal, los testigos señalaron que «el Rey» fue el autor de los disparos y solicitaron que se les brinden garantías para poder declarar en su contra porque temían por sus vidas. También declararon que «el Rey» tuvo problemas con integrantes de la familia de la pequeña, entre ellos el adolescente herido, pero no mencionaron las causas de esos enfrentamientos.

El adolescente ya fue dado de alta, pero la niña continúa internada en el CTI del Hospital Pereira Rossell, en estado grave.
AJUSTES DE CUENTAS

Ayer los investigadores capturaron a otros tres integrantes de la banda de sicarios: el «Sebita», el «Purri» y un menor de 16 años cuyo alias es «Aron», acusados de haber herido de bala a otro muchacho días atrás.

En la mañana de ayer, la jueza Julia Staricco y la fiscal Ana María Tellechea abrieron un expediente para investigar las razones de la agresión.

En 2011, el director Nacional de Policía, Julio Guarteche, informó en el Parlamento que fueron 400 las personas heridas por ajustes de cuentas en ese año. No hay datos sobre 2014. Investigadores policiales estiman que la cifra puede ser mayor a la de 2011.

Los disparos en los miembros o en las fachadas de las casas de los deudores son avisos. Después de las piernas, los tiros van a la cabeza o al tórax, según señalan los partes policiales.

A las 23:00 horas del 20 de junio de este año, Gastón Clavijo se encontraba en su casa ubicada en Pasaje 18, a unos 100 metros de Burdeos. Escuchó que alguien lo llamó por su nombre y salió.

Dos sujetos, que lo esperaban en una moto, le dispararon 16 tiros. Un vecino trasladó a Clavijo al Centro Coordinador del Cerro. Media hora más tarde Clavijo murió.

El asesinato de Clavijo fue el que disparó la actual guerra de bandas en Casabó.
Muchas casas de Casabó en venta por aumento de violencia

Casabó ha sido, tradicionalmente, un barrio de gente trabajadora. Uno de sus ejes es la calle Burdeos. Ubicado entre Santa Catalina y el Cerro, Casabó fue escenario este año de múltiples hechos de sangre, la mayoría protagonizado por un puñado de delincuentes.

Hace un mes, al estilo de las películas de clase B del Lejano Oeste, muchachos cruzaron varias veces en moto frente a la casa de una mujer y le destrozaron el frente de la finca. La mujer vivía sola. Los delincuentes pensaban que allí vivía un traficante de drogas. Hoy, la casa de la señora está en venta. Lo mismo pasa con otras viviendas. En Casabó hay casas en buenas condiciones y con la documentación en regla. Muchos de esos inmuebles se ofrecen en venta por el grado de violencia generado por los ajustes de cuentas por deudas de drogas o las pujas por territorios. Otras casas fueron construidos en forma irregular.

Según la Policía, Casabó hoy es el barrio más peligroso de Montevideo.

EL PAÍS

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