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Ganarse la lotería puede terminar siendo un mal regalo de fin de año

La ciencia económica revela que los ganadores no necesariamente cambian su vida para bien. Sus problemas comienzan luego de recibir el premio.

Nadie podría decir que ganar la lotería es un problema en sí mismo. El asunto más complicado es lo que viene después. La ciencia económica comienza a descubrir que la vida de los ganadores de grandes fortunas por azar puede cambiar, pero no necesariamente para bien.

Un trabajo de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) analizó el devenir laboral de los que obtuvieron premios mayores a 200.000 euros en la lotería sueca: el 12% renunció a su empleo, el 26% redujo las horas de su jornada y el 62% mantuvo su puesto sin cambios. Cuanto más alto era el premio menos tiempo deseaban trabajar.

Martín Tetaz, especialista en economía del comportamiento y autor del libro Psychonomics, explica que para entender el fenómeno de la felicidad y los juegos de azar hay que tener en cuenta el «efecto de adaptación». «El ingreso extraordinario de dinero ganado por el azar genera una felicidad momentánea a la que el individuo se termina adaptando», dice.

Uno de los ejemplos más conocidos quizás sea un paper del economista Philip Brickman, quien se preguntó cuán relativa es la felicidad entre los ganadores de la lotería. Tras analizar a 22 beneficiarios de grandes premios concluyó que el momento de mayor satisfacción dura desde que se compra el billete hasta cuando se gana, dado que las personas tienden a cimentar esa «felicidad» en la ilusión de lo que podrían hacer con el premio.
El entorno influye

Tetaz afirma que hay que tener en cuenta también el «grupo de referencia» del ganador. «El ingreso por sí solo no hace más feliz a la persona que lo percibe. El resultado tiene más peso en términos relativos que absolutos y en las motivaciones que éste genere», dice.

Los ganadores tendrán diferentes incentivos para gastar o invertir en dinero según qué posición relativa quieran asumir. Algunos entran en la disyuntiva de ser «cabeza de ratón» o «cola de león». Por ejemplo, algunos querrán cambiar de vivienda y podrán optar entre construir una casa extravagante en el barrio donde viven o mudarse a otro más pudiente y convivir en una situación de igualdad con sus nuevos vecinos.

Los economistas Guido Imbens, Donald Rubin y Bruce Sacerdote publicaron una investigación en la revista American Economic Review sobre los efectos de los ingresos no provenientes del trabajo en el ahorro y el consumo. El trabajo se dio a conocer en 2001 y se centró en los ganadores de lotería de Massachusetts (EE.UU.). Hallaron que los ganadores de los premios más importantes tendían a reducir sus niveles de ingresos como resultado del trabajo y en uno de cada 10 casos canalizaban la mayor parte de las ganancias en consumo (no lo reinvertían).

¿Cambiar la posición de ingresos repentinamente podría hacerlo proclive a votar por opciones políticas consideradas «de derecha»? Al menos en Inglaterra, una investigación de los profesores Nattavudh Powdthavee (London School of Economics) y Andrew Oswald (University of Warwick) reveló que solo el 12% de los que se identificaban como adherentes al Partido Laborista votaron en los siguientes comicios por el Partido Conservador.
Investigar o gastar

Sendhil Mullainathan, miembro del Departamento de Economía de la Universidad de Harvard, es uno de los referentes en materia de habilidades cognitivas y comportamiento económico. Uno de sus artículos de investigación plantea que los contextos estresantes suelen reducir los niveles de autocontrol y eficiencia de las decisiones financieras.

Ganar una cantidad inesperada de dinero puede terminar convirtiéndose en un problema. Justamente porque el ganador podría tener que lidiar con asuntos a los que no estaba acostumbrado y ahora encuentre estresantes. Por ejemplo, cómo manejar o diversificar una inversión. O bien, si termina por dejar su trabajo, cómo garantizarse un flujo de ingresos futuros para no terminar «comiendo» su nueva fortuna.

A veces las fantasías en torno a «ganar una fortuna» omiten una segunda parte vital: qué y cómo hacer después de ganarla. (En base a La Nación / GDA)

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