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Histórica cirugía en el Clínicas con una donación

Tenía una válvula del corazón tapada e iba a morir en un par de meses, como otras 20 personas al año que sufren la misma patología y no son aptos para la cirugía convencional. Pero tuvo suerte: en el Clínicas consiguieron una donación que lo salvó.

El 4 de diciembre se realizó en el Hospital de Clínicas una intervención cardiológica histórica, que no se había hecho antes en Uruguay: un paciente de 84 años, que por su edad y ciertas complicaciones renales no podía ser operado «a corazón abierto», recibió una válvula especial que sustituyó con éxito la que él tenía tapada en la aorta.

El hombre es un montevideano que se atiende en ASSE. Hacía al menos dos años que se le había empezado a obstruir la aorta, impidiendo la salida de sangre de su corazón y limitándole la inhalación. Padecía una estenosis valvular aórtica y los médicos le habían comunicado que como no podrían operarlo, fallecería en dos o tres meses.

Pero su suerte cambió radicalmente. El cirujano cardíaco grado 5 Daniel Brusich consiguió que una empresa brasileña le donara la válvula de su salvación, que se llama aórtica transapical y cuesta US$ 25 mil. Cuando se enteró, lloró de agradecimiento, contó Brusich a El País. «Él pensaba que no se iba a hacer nada por él. Su reacción fue: Sí, quiero hacérmelo, porque así no puedo vivir».

Como él, hay cerca de 20 uruguayos al año que necesitarían un cambio de válvula aórtica y que, sin embargo, no pueden someterse al riesgo quirúrgico. Del total de las cirugías cardíacas, el 30% son valvulares. Y de ese total, el 5% se descarta para cirugía, indicó Brusich. Esas personas hoy, sencillamente, se mueren.

El procedimiento de colocación no es invasivo. Requiere de una incisión de tan solo tres centímetros debajo de la mama izquierda por la que se coloca un catéter. Ingresa por la punta del corazón y transita unos 15 centímetros por la cavidad hasta que llega a la aorta. La válvula donada tiene la capacidad de comprimirse adentro de ese pequeño tubo y luego desplegarse cuando el cirujano la ubica en el lugar indicado. Esto último se logra mediante un sistema de rayos que permite apreciar el organismo como si fuera una radiografía normal, pero en movimiento.

De esta forma, el médico evita la apertura de 25 centímetros a la altura del esternón y los 10 días mínimos de internación. Con el procedimiento ensayado días atrás en el Clínicas, es posible recibir el alta a los dos días de la intervención.

El equipo que estuvo al frente del procedimiento fue liderado por Brusich y un instructor brasileño, el cirujano Honório Palma. Participaron unas 10 personas entre anestesistas, enfermeros, ecografistas y hemodinamistas. La operación tuvo lugar en una sala del Centro Cardiovascular Universitario que se equipó con material del block quirúrgico del hospital.
Programa.

La técnica empezó a desarrollarse en Francia en 2002, con lo cual es relativamente novedosa y aún no hay resultados a largo plazo que confirmen la durabilidad de la válvula. Las que se colocan por cirugía convencional acarrean entre 20 y 25 años de experiencia, explicó Brusich.

Aun así, en Estados Unidos y varios países de Europa la nueva válvula es financiada por el Estado, y la intención del cirujano es lograr algo similar en Uruguay. «La idea es iniciar un programa de colocación de válvulas», afirmó, pero no quiso dar más información por el momento. Solo adelantó que, al igual que ciertos medicamentos de muy alto costo que no cubre el Fondo Nacional de Recursos, puede llegar a ser viable acceder a este procedimiento mediante un recurso de amparo que obligue al prestador en el que se atiende el paciente a financiarlo.

Brusich aclaró que actualmente en el mundo la técnica se aplica solo en pacientes de riesgo quirúrgico, ya que es muy costosa y no hay certezas en torno a sus resultados. Aun así, es esperable que con el tiempo se extienda al conjunto de los pacientes que requieren el cambio de válvula. «La medicina tiende a ser cada vez menos invasiva, y la cardiología también», señaló el profesor.

Como antesala de este procedimiento, en los últimos dos años se probó instalar la misma válvula pero por otra vía. El camino se iniciaba con el catéter en la arteria femoral (en la ingle) e iba ascendiendo por el cuerpo hacia el corazón, en un largo trayecto que a menudo generaba complicaciones. En la búsqueda de una vía más corta y, por ende, menos riesgosa, fue que se resolvió ingresar en la punta inferior del corazón. Por ahora no se conocen casos en los que haya fallado.
La región ya la ha probado

n El cirujano Honório Palma, que ofició de instructor en el primer reemplazo de válvula aórtica transapical en Uruguay, lleva unas 300 válvulas implantadas en su país. De hecho, la válvula donada al Centro Cardiovascular del Hospital de Clínicas se fabricó en Brasil.

Esta técnica es conocida y aplicada en Estados Unidos y Europa. Países como Alemania van a la vanguardia con miles de procedimientos realizados.

En la región, además de Brasil, también se ha hecho en Chile y Argentina. De hecho, el país trasandino fue el primero en la región en intentar la técnica, en abril de 2011 en la Clínica Alemana, con una paciente de 94 años.

En Argentina se aplicó por primera vez en diciembre de 2012. Se intervino a tres pacientes de unos 80 años que tenían la válvula aórtica dañada por la edad. Fue en el Instituto de Medicina Cardiovascular del Hospital Italiano, referente en Buenos Aires.
Pasos de un procedimiento novedoso

Se realiza una incisión de tres centímetros debajo de la mama izquierda y se ingresa un catéter pinchando la punta del corazón sin que este deje de latir.

El catéter contiene una válvula comprimida que se abre en el lugar que la ubica el cirujano cardíaco.

El trayecto de entre 10 y 15 centímetros por la cavidad del corazón no conlleva complicaciones por ser un espacio hueco.

El posicionamiento en la válvula aórtica obstruida es posible gracias a un sistema de rayos llamado radioscopía, que es el mismo que se utiliza para la colocación de cateterismos cardíacos. Permite visualizar el organismo al igual que lo hace una radiografía normal, pero en movimiento.

Se quita la válvula original que padece estenosis y que, por tanto, no se abre y cierra adecuadamente. Se coloca la nueva, se retira el catéter y se cierra la incisión por la que ingresó.

Luego de un par de días la persona puede recibir el alta. La recuperación es mucho más rápida que en una cirugía convencional.

EL PAÍS

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