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Keanu Reeves está en Montevideo para asistir a una boda

Keanu Reeves con el director del restaurante García, Beto de Lisa. Foto: Alejandra Volpi

La estrella arribó a Montevideo ayer al mediodía para asistir a la boda de su amigo Carl Rinsch -el director de 47 Ronin- que se celebrará este jueves. Ni bien se hospedó en el Hotel Sofitel salió a caminar por Arocena y firmó algunos autógrafos.

El protagonista de Matrix se paseó ayer por Arocena sin custodia personal y con un look muy descontracturado: barba de varios días, sombrero con vicera y ropa holgada y oscura.

Aunque intentó pasar inadvertido algunos lo reconocieron y se animaron a pedirle autógrafos. Fue cuando regresó al hotel, donde se hospedó con otro nombre y tiene reservada su habitación hasta el domingo, que dialogó unos minutos con El País.

«Nunca había estado aquí. Ahora caminé por los alrededores y me parece un sitio muy agradable. Acabo de llegar pero la gente que me he cruzado me parece muy cálida. Todavía no sé qué más haré, me gustaría ir a Punta del Este…tal vez… ¡quiero ver qué me recomiendan para hacer! Me quedaré algunos días», comentó.

La estrella está en Montevideo para asistir el jueves a la boda de su amigo Carl Rinsch, el director de 47 Ronin, película que protagoniza y que se encuentra actualmente en cartel. Rinsch se casará con la modelo uruguaya Gabriela Rosés Bentancor en una ceremonia civil prevista en la Bodega Juanicó.

El acto religioso se realizará el viernes en la Iglesia de Las Carmelitas y posteriormente habrá una gran fiesta en La Hacienda. Pero el futuro de la pareja no está en Uruguay sino en Los Angeles, donde reside actualmente.

En estos días previos a la boda, Rinsch está en Montevideo rodando un corto publicitario para Peugeot en la zona de Ciudad Vieja y por eso Reeves, que se ha tomado un descanso, quiso adelantarse.

El célebre actor, que protagonizó la saga de Matrix y que actualmente trabaja en John Wick junto a Willem Dafoe, también se midió como director en Man of Tai Chi. Reeves seguró a El País que está viviendo un momento muy creativo y que compartir el set con su amigo Carl Rinsch fue «una experiencia enriquecedora».

Coherente con el motivo de su visita, la estrella confesó a este medio que «el matrimonio es algo maravilloso» aunque en este viaje se encuentre solo y soltero. «Hoy en día no estoy enamorado, todavía no», agregó con simpatía.

Su arribo fue ayer al mediodía en el vuelo LA 900 de American Airlines que hizo escala en Santiago de Chile. Lo acompaña a todos lados una señora de unos 50 años que oficia de asistente.

Pero él mismo hizo su papeleo de ingreso al país y está en plan de disfrutar relajadamente lejos del glamour hollywoodense. En la caminata de una hora y media que realizó por Arocena no pasó inadvertido, especialmente cuando entró a la estación de servicio ubicada en Gabriel Otero y Arocena. Ahí fue atendido por Gastón, un chico que lo reconoció de inmediato «sobre todo porque hablaba en inglés».

«Compró una Coca Cola de 30 pesos y quería pagar con 1.000. Le dije que era un billete muy grande y entonces me dio 2 dólares y me dijo que me quedara con el vuelto», narró, sorprendido, confesando que fiel a su perfil bajo no le pidió un autógrafo. «Simplemente me quedé mirándolo».

Antes de ser abordado por El País, Reeves disfrutaba de la hermosa vista panorámica que ofrece la rambla frente al Sofitel Montevideo Casino Carrasco, a donde seguramente volverá en las próximas horas.

Reeves también habló sobre su papel en 47 Ronin, que le exigió ponerse en la piel de un samurai que junto a su grupo es desterrado. «Ese mundo me atrajo y también el hecho de que se tratara de una historia con la que muchas personas pueden sentirse identificadas. Kai (su personaje) hace todo lo posible por ser aceptado al tiempo que conserva su identidad e individualidad».

El actor que nació en Beirut, Líbano, y creció en Canadá, conoce bien lo que es ser un inmigrante y por eso se involucró en el desarrollo del guión junto a los autores Chris Morgan y Hossein Amini. Al despedirse, se tomó su tiempo para hablar con el personal del hotel y sacarse más fotografías.

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«Lucía como alguien que anda pidiendo moneditas»

A la altura del restorán García, a donde suelen ir las celebridades que se hospedan en el Sofitel, trabaja una ciudacoches llamada Elena, que fue la primera en advertir la presencia de Reeves en la cuadra.

Lo más anecdótico es que la foto que se sacó al saludar a la estrella salió mal y entonces fue a buscarlo a la estación de Ancap donde él paró para comprar un refresco.

El hollywoodense, que confundía a su paso (algunos se preguntaban: ¿es o no es?) accedió gentilmente a posar por segunda vez.

«Andaba con un traje que le quedaba grande, lucía como alguien que anda pidiendo moneditas y eso es común para pasar inadvertido», comentó Elena, mostrando con orgullo la fotografía que tomó con su celular pero que decidió imprimir rápidamente en un comercio de la esquina.

La señora no era ninguna novata, dado que según confesó a El País también tiene su foto con Hugh Jackman. «Él también andaba así nomás por acá y su hijo iba vestido con pantalones grandes, pero también lo reconocí enseguida». Seguro muchos vecinos tendrán su propia anécdota con Reeves en las próximas horas.

El país

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