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Ya no hay más países «en vías de desarrollo»

El Banco Mundial decidió abandonar la terminología. Los especialistas debaten sobre cuál es la mejor forma de clasificar a los países según su economía.

Habrá que reescribir muchos de los libros de historia, geografía y economía que están en las estanterías. El Banco Mundial ha decidido prescindir en sus informes oficiales de la terminología “países en vías de desarrollo”, una categoría que agrupa tradicionalmente a las economías menos avanzadas .

El argumento es que dicha etiqueta “es cada vez menos relevante” en el mundo de hoy. “Ha habido un progreso tremendo en los últimos cincuenta años. Hay que poner al día la manera en que pensamos dichos países”, explicaron los economistas de esta institución Tariq Khokhar y Umar Serajuddin.

El Banco Mundial optará ahora por clasificar países en bloques regionales (por ejemplo América Latina, Este de Asia, etcétera).

El concepto daba lugar a malentendidos. Como dijo Bill Gates en 2014, “es un término caduco y sin utilidad”. De entrada, se puede decir que, aunque persistan excepciones, hoy estos países son más desarrollados que antes.

Gracias al crecimiento económico global, el porcentaje de población en el mundo que vive bajo el umbral de la pobreza se ha reducido a más de la mitad (un dato influido por la inmensa población de Asia: allí en dos décadas se ha pasado del 60% al 7%).

Además, en algunos países ha surgido una clase media donde antes no había (en China hoy se habla de más de 500 millones de personas).

“Las clasificaciones deben utilizarse para ordenar los países con características similares, porque en caso contrario resultan confusas, porque se mezclan países muy diferentes”, dice José María Mella, catedrático de Economía del Desarrollo de la Universidad Carlos III de Madrid.

En efecto, algunos emergentes han dado un salto en adelante que ha trastocado los viejos esquemas. Por ejemplo, la renta bruta per cápita de México hoy es diez veces la de Malaui: difícil que ambos puedan estar en la misma familia.

En el frente opuesto, si se miran algunos indicadores de desarrollo social, se llega a la conclusión que ya no hay tantas diferencias que justifiquen la existencia de categorías que separen países. Por ejemplo, respecto a los años sesenta, la tasa de fertilidad y de mortalidad son casi equivalentes en los países desarrollados y en muchos de los que están en vía de desarrollo, notan desde el Banco Mundial.

Al mismo tiempo, en los últimos años han aparecido bolsas de pobreza y se han incrementado las desigualdades incluso en aquellas economías teóricamente más desarrolladas (el llamado “cuarto mundo”).

Así que por una razón u otra la clasificación de antaño ya no funciona. Incluso arrastra una ideología que ya no corresponde a la actualidad. Ya ocurrió con la terminología “tercer mundo”. Cuando en el año 1952 el demógrafo francés Alfred Sauvy en un artículo en L’ Observateur recurrió a esta expresión para etiquetar los países que no pertenecían ni al bloque comunista ni a Occidente, no podía imaginar que con los años acabaría teniendo casi un connotación despectiva (como el adjetivo “tercermundista”).

Mismo destino tuvo la palabra “países subdesarrollados”, que ha dejado de emplearse. “Nunca me gustó la expresión ‘países en vía de desarrollo’. Sugiere una jerarquía que evoca un pasado colonial. Perpetúa estereotipos de las personas que viven en estos países son perezosas, ignorantes e irresponsables”, dijo a la cadena Npr la psicóloga sudafricana Shose Kessi.

¿Cómo hay que ordenar ahora los países?

El mismo Fondo Monetario Internacional (FMI) tampoco ha encontrado la manera de cuadrar el círculo. En la actualidad agrupa a 37 bajo el concepto de “economías avanzadas” y los otros en “mercados emergentes y economías en vía de desarrollo”, pero especifica que “esta clasificación no se basa en un criterio estricto, económico o de otra índole” y que sólo se lleva a cabo “para facilitar análisis y proporcionar un método razonable para organizar datos”.

Xavier Palau, director de cooperación internacional de Oxfam, está de acuerdo con el cambio terminológico y reconoce que hoy hay países desarrollados en algunos aspectos y menos en otros. Por ello, en su organización prefieren identificar cuatro factores para caracterizar un país: la fragilidad institucional (si hay conflictos armados), lapobreza (hay economías estancadas económicamente) la equidad(que, por cierto, ha aumentado en los países más atrasados y disminuido en los más ricos), y el poder institucional (es decir la capacidad de influir en su área regional). “En lugar de preguntarnos por qué clasificamos, sería más útil ver para qué. De esta manera podemos calibrar mejor la ayuda internacional a estos países”, apunta Palau.

En la misma línea, José María Mella cree que para las clasificaciones deben utilizarse factores como niveles de pobreza, hambre, calidad de la salud, de la educación, del agua, de la energía, trabajo decente, igualdad de género y social, infraestructuras, ciudades sostenibles, producción y consumo responsable, cambio climático e institucionalización.

Las diferencias no son sólo por renta, son –quizá mucho más relevantes– según el nivel de desarrollo institucional y organizativo del país, o según su capacidad de auto-gobernarse. Estudios recientes muestran que estos factores cuentan mucho más de lo que se pensaba hasta hace pocos años”, señala. Sea como sea, ha nacido un nuevo mapamundi.

Sin consenso

Las Naciones Unidas agrupan a 159 países en la categoría “en vía de desarrollo”, pero no ofrecen ninguna definición de esta categoría. La Organización Mundial de la Salud prefiere dividir por niveles de ingresos: bajos, medios, altos. Pero esto asume que el indicador de la riqueza (y por ende, el PIB) es el que mejor refleja el bienestar y el desarrollo de un país, algo que cada vez más expertos ponen en discusión.

De hecho, los índices de desarrollo humano UNDP, el programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, tienen en consideración, además de los ingresos, los niveles de salud y educación. Algunas consultoras separan los países según el clima inversor.

La reaseguradora Coface, por ejemplo, distingue varias categorías (A, B, C, D…). “Pero estos son criterios que miden los riesgos, que no tienen en cuenta otros elementos. Porque Francia estaría al mismo nivel de Chile”, advierte Marie Albert, jefa de riesgos de Coface. “En todo caso, las antiguas clasificaciones hay que ponerlas en entredicho. El caso de Corea es clarísimo: nadie sabe dónde ponerla”, dice.

Para el catedrático José María Mella, “la propuesta del Banco Mundial de ofrecer los datos por regiones es un paso adelante, pero insuficiente. Una región puede ser África, pero hay muchas diferencias no sólo en su conjunto, sino también considerando los países del Norte de África y los del África Subsahariana”. Nadie se pone de acuerdo.

Fuente: Clarin

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