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Del Borro a ser nominada mejor maestra de España

Albana Sanz ya había sido elegida en 2017 como la mejor en Cataluña.

Carmen Albana Sanz ingresó a su Facebook y en la sección «recuerdos» apareció un episodio muy especial: hacía un año la habían nominado para el premio a la mejor maestra de Cataluña. Se lo comentó a su esposo, que estaba tomando mate junto a ella, y procedió a abrir su casilla de mail para ver si tenía algún saludo. Pero en vez de eso se encontró con un mensaje de la organización de los Premios Educa Abanca, conocidos en España como los «Goya de la Educación». Le notificaban que estaba nominada para ser la mejor maestra de Educación Primaria de España, junto a otros 113 docentes.

Albana nació en Los Palomares de Casavalle hace 48 años. Se crió en el Borro y desde 2004 vive en Barcelona. Hace un mes regresó al barrio para ayudar a los maestros de la zona. Cursó dos maestrías en educación emocional y su intención es que sus colegas puedan aprender a generar un ambiente en el que los niños provenientes de contextos vulnerables puedan enamorarse del aprendizaje.

En 2017, la Fundación Jordi Sierra i Fabra le entregó el premio a la mejor maestra de Cataluña, ese galardón para el que fue nominada hace un año y Facebook se lo recordaba. Lo recibió junto a Virginia Espejo, su compañera desde hace diez años en el colegio Nostra Senyora de Montserrat, del municipio catalán de Parets, en el que viven cerca de 19 mil personas.

El premio cambió la rutina del «pueblo», como ella le llama, y ahora puede cambiar más, con la nominación a los Premios Educa.

En agosto, volvió al Borro para ayudar a los maestros a aplicar los programas de educación emocional en los que confía para actuar en las escuelas de contexto crítico. Entrevistada por El País en ese momento, dijo que «los profesores en estos barrios tenemos que tener cuidado porque las palabras tienen vida, te construyen o te destruyen, hay palabras que trancan una rueda y el carro no avanza, y hay palabras que empujan el carro».

Poco más de un mes después, le cuenta a El País que «para aprender un niño debe estar emocionalmente estable. Si está triste, si no se siente acogido, querido, estimado, no va a querer aprender. Si no, lo que va a hacer es molestar en la clase. Buscamos que el niño que está en una clase no sea un alumno que termine calentando una silla o tirándotela encima, sino que sea un niño que se sienta querido, que quiera ir a la escuela, que se sienta contenido y que logre sentir que el aprendizaje le gusta».

Volver al barrio.

Regresar al Borro fue «una gran satisfacción» para Albana. «Estar entre mis compañeras en la escuela pública es especial, porque yo sé lo que sufren, las carencias que tienen, las mochilas que cargamos a nivel personal. De repente un día no hay agua, de repente robaron en una clase, esa sensación de querer y no poder… las entiendo. Y ellas van a cumplir con la misión que escogieron, porque la educación es una vocación de vida en la que tú das lo mejor que tienes», dice.

Cuando habla de Parets le sale el acento catalán. Cuando menciona el Borro vuelve a la infancia, esa que vivió abandonada a su suerte junto a tres hermanos, en una situación de pobreza extrema. Ahí vuelve a hablar «en uruguayo».

Y también se refiere al barrio que dejó y volvió a conocer ahora. «Vi un barrio Borro donde el gobierno estaba presente, con la construcción de plazas, de calles, con fibra óptica, escuelas con edificios de infraestructura muy buena. Vi el Centro Cívico que hicieron donde estaba la policlínica de Unidad Casavalle. Entrabas a través de las puertas de cristal y era como si estuvieras en el mejor organismo de Cataluña. El barrio Borro tiene edificios europeos, del primer mundo, donde la gente puede disfrutar de eso. Lo vi, me maravillé y pensé: que suerte que el gobierno hace que estas personas se sientan bien», comentó.

Y así como destaca lo bueno, critica lo malo. «Vi la violencia, que es lo que más me preocupa. Hay un problema de violencia poco contenida, de falta de espejo donde los niños hoy se puedan reflejar, hay un aumento increíble de las drogas. Todo esto afecta a la educación. Por eso es necesario y fundamental apuntar a la educación emocional en contextos de alta vulnerabilidad social. Porque cuando tú haces una buena gestión de tus emociones, cuando eres empático, no le harás mal al otro».

Albana cuenta que viajó a Uruguay «con la idea de poder generar conciencia y de que se visualizaran las prácticas sobre educación emocional». Y se encontró con lo que buscaba.

«Tengo miles de mensajes de docentes de Uruguay pidiéndome ayuda a nivel de educación emocional. Del Borro, de Paysandú, de Río Branco, de la Barra, de San Carlos. De escuelas privadas y públicas, muchas escuelas que no he visitado son de las que más he recibido mensajes», destacó.

Un proyecto.

Junto a Virginia Espejo no solo ganaron un premio, también elaboraron una idea que quieren ampliar a Uruguay. «Damos clases gratuitas de formación a los profesores los días sábados. Y como son tantas y tantos, tenemos la idea de comenzar el año que viene un proyecto, empezando en marzo y terminando en noviembre, y poder contar con algún organismo que nos ayude para poder concentrar a otra gente para hacer videoconferencias», sobre educación emocional.

El proyecto va a estar basado en cuatro etapas: evaluación de las competencias emocionales de los alumnos, formación en educación emocional de los docentes, secuenciar las actividades y una evaluación «para ver si la situación inicial se ha transformado y ha cambiado». También espera «que todo esto quede guardado en algún lugar para que cualquier profesor pueda hacer uso de ello de forma gratuita, porque muchos profesores no se pueden pagar una capacitación y en Uruguay no hay nadie que enseñe sobre educación emocional».

Fuente El Pais

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